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Cumbre

El G-8 acuerda una reducción del 50% en las emisiones de CO2 para 2050

Los países integrantes del G-8 alcanzaron ayer un principio de acuerdo para reducir en un 50% las emisiones de CO2 en 2050 aunque sin más compromisos temporales. En el texto se invita, a petición de EE UU, a China e India, grandes consumidores de energía y emisores de dióxido de carbono, a unirse al mismo.

Ante la posibilidad de que la cumbre se cerrará en falso en lo que respecta a compromisos en material medioambiental, tal y como ocurrió hace doce meses en Alemania, las delegaciones de los ocho naciones más ricas del mundo aceleraron ayer las negociaciones para alcanzar un principio de acuerdo, algo descafeinado y muy lejos de las peticiones planteadas por los grupos ecologistas.

El texto firmado prevé una reducción de las emisiones de gases de efectos invernadero en un 50% hasta 2050, tal y como anunció en rueda de prensa el primer ministro japonés, Yasuo Fukuda. Sin embargo no se especifica la base o el año sobre el cuál se deberán fijar las reducciones ni si se establecen cláusulas adicionales como moratorias o salvedades para algunos países.

Finalmente, el G-8 ha optado por suscribir la opción japonesa frente a la de la Unión Europea (bajar las emisiones un 20% en 2020) por las dificultades de alcanzar un consenso respecto a la segunda. La propuesta de la Comisión Europea fijaba un umbral de reducción considerando las emisiones realizadas en 1990, como marca el protocolo de Kioto (reducir un 50% las emisiones de gases de efecto invernadero en 2012 con respecto a 1990). De hecho, lo que buscaba la delegación europea era un pacto aunque fuera de mínimos, para renovar un acuerdo mundial sobre reducción de emisiones, ya que el protocolo de Kioto se acaba en 2012. EE UU luchó hasta última hora para que en el documento se incluyera una invitación expresa a algunos países emergentes, como China e India, a sumarse a los objetivos, ya que los considera grandes consumidores de energía y potencialmente tan contaminantes como el G-8.

Reconoce que el alza del precio de los alimentos 'amenaza la seguridad global'

Además del cambio climático, la segunda jornada estuvo marcada por la preocupación mundial por la escalada del precio de los alimentos y cómo puede repercutir en los países más pobres. De la reunión paralela que mantienen los presidentes del G-5 (Brasil, México, India, China y Sudáfrica) en Saporo (Japón) surgió una petición reclamando una actuación de la ONU en la crisis alimentaria. 'Es necesaria la intervención de la comunidad internacional para desarrollar con urgencia mecanismos útiles para hacer frente al alza de los precios y asegurar las previsiones de desarrollo', señaló el presidente mexicano, Felipe Calderón.

Eliminar restricciones a la exportación

Y los países más ricos tomaron buena nota del advertencia. En una declaración conjunta, los países del G-8 alertan que la subida de precios 'amenaza la seguridad alimentaria global y podría llevar a la pobreza a millones de personas'. Por ese motivo, los firmantes de ese texto se declararon dispuestos a hacer todo lo posible para garantizar la seguridad de alimentos a corto y largo plazo. 'El aumento de los precios de los alimentos añaden presiones inflacionistas y generan desequilibrios macroeconómicos, en especial para algunos países de bajos ingresos', destacan.

En este sentido, pidieron a los países 'con suficientes existencias de alimentos' a ceder parte de su exceso a los países que lo necesitan, en momentos en los que los precios suben de manera significativa y de manera que no altere el comercio'. De hecho, el G-8 no hace más que suscribir en el texto las medidas recomendadas por el Banco Mundial ante el fuerte encarecimiento del arroz.

En primer lugar considera 'imperativo' eliminar las restricciones a la exportación de alimentos y en segundo poner en marcha políticas de desarrollo de biocombustibles que no pongan en peligro el suministro alimenticio. Por ello reclaman combustibles de segunda generación, basado en plantas y biomasa no comestibles'.

Revaluación del yuan

La necesidad de revaluar el yuan no es una petición nueva, insistentemente solicitada por el gobierno de EE UU para compensar el abultado déficit comercial con China y corregir algunos de los desequilibrios mundiales, entre ellos el riesgo de un recalentamiento de la economía mundial.Lo que sí resulta novedoso es que esa petición llegue por parte del G-8, aunque de forma indirecta. 'En algunas economías emergentes con un superávit grande y creciente, es crucial que sus tipos de cambio efectivos se muevan de forma tal que ocurra el ajuste necesario', aseguró el G-8 en un comunicado.La inclusión de la palabra 'algunas' establece una ligera diferencia respecto al texto del año pasado y apunta directamente a China.Frente a las críticas expresadas en la primera jornada ante el incumplimiento de los compromisos con África, el G-8 renovó ayer su objetivo de doblar la ayuda a África para 2010 y se comprometió a alcanzar los 50.000 millones de dólares (31.847 millones de euros), pese a que por ahora sólo se ha materializado el 14% de la ayuda.

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