La soledad del líder Aragonés
No se recuerda, con la excepción del ilustre Valdano, a un personaje ligado al deporte que haya sido objeto de más artículos y haya impartido tantas charlas magistrales que Pepu Hernández después de ganar el Mundial de baloncesto de 2006. Entonces, el entrenador fue elevado a la categoría de gurú de la gestión del talento, trasladando sus vivencias al terreno empresarial.
Si entonces se elogió el modo en que gestionó el talento de los jugadores y, sobre todo, la manera en que creó equipo, nada se ha dicho de esta gestión en el último Eurobasket, donde quedó España subcampeona y, menos, de su salida del equipo.
Sin entrar en polémicas deportivas, lo que sí se nos plantea es la reflexión de que no se puede mantener equipo a cualquier precio. Durante la competición europea se trató de hacer lo imposible, con seguro multimillonario incluido, por mantener a Jorge Garbajosa en el equipo, a pesar de estar menguado físicamente. Ahora, en la recta final hacia los Juegos de Pekín, Pepu trataba de hacer lo mismo.
¿Realmente sería un equipo competitivo y compensaría no romper esa conciencia de grupo, a pesar de que no estuviera al 100%? Posiblemente no y esto nos lleva a que, a veces, es preciso crear ciertas rupturas en un equipo en pos de la competitividad. A pesar de que Pepu posiblemente estuviera cometiendo un error, se ha encontrado en todo momento abrigado por la mayor parte de la opinión pública, lo que sin duda le daba alas para seguir con su modelo de gestión.
Sin embargo, la situación opuesta también se da y ahí es donde realmente uno pone a prueba sus dotes de liderazgo. Es el caso de Luis Aragonés que, sin duda alguna, ha vivido la soledad del líder. El Sabio de Hortaleza nunca ha contado con el respaldo ni de la prensa ni de la opinión pública. Su leonina oposición a llevar a Raúl a la selección junto con la propia elección de jugadores llevados a la Eurocopa han ido minando el terreno a su alrededor hasta el punto de que Aragonés ha quedado aislado.
¿Completamente aislado? No. Y ahí estriba la diferencia. Aragonés ha contado siempre con el respeto y el respaldo de sus propios jugadores, más aún incluso que en el caso del baloncesto. El jugador que se sabe cuestionado y ve cómo su entrenador da la cara por él, arrojará un rendimiento extraordinario. Lo complicado es mantener esa situación. Y Aragonés, en eso, es un fuera de serie, haciendo gala mejor que nadie del ande yo caliente, ríase la gente. Siempre se ha mantenido en sus trece, confiando en el trabajo duro y la entrega. Es posible que la selección de la Eurocopa no fuera la mejor posible, pero sí era su mejor selección. Y los frutos de esa fe, de esa entrega, se han visto recompensados.
Ahora serán muchos los que hablen bien de un equipo al que antes calificaron de mediocre; incluso, de un entrenador al que auguraban un torneo con final en cuartos. Pero eso da igual. Aragonés no tenía nada que demostrar; como el buen líder, sólo tenía que hacer su trabajo y éste habla por sí mismo. La gestión del Sabio ha rozado tanto la excelencia, que no sólo ha hecho equipo de un grupo que nunca lo fue sino que, además, les ha imbuido de la prudencia necesaria para no lanzar las campanas al vuelo hasta haber conseguido el objetivo final.
El míster ha sabido reconocer el esfuerzo y valorar el trabajo en su justa medida, sin por ello vender la piel antes de haber matado el oso. Especialmente significativo fue este hecho en la semifinal contra Rusia, cuando al pitarse el final del partido todo el banquillo se abalanzó hacia el once que estaba el campo y Aragonés, discretamente, cogió su carpeta y se dirigió al vestuario. Aún no había terminando su trabajo, un trámite bien cumplido pero misión incompleta al fin y al cabo.
Dos modelos de gestión bien diferentes; ambos con excelentes resultados, pero con desigual reconocimiento. Rompamos una lanza por Aragonés y por esos líderes que pasan día a día de la soledad ingrata de las críticas ignorantes a la compañía hipócrita de los elogios a destiempo.
Pierre Paradis. Director general de HR Access para el sur de Europa y Latinoamérica