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Gobierno

Zapatero asume la pobreza como la primera prioridad de su política exterior

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, advirtió ayer de que será 'exigente' en la lucha contra el hambre y la miseria y, además de cumplir sus compromisos, criticará y denunciará a los países que no lo hagan. Zapatero consideró que a España le corresponde asumir un papel de liderazgo y de compromiso crítico contra una lacra que, según dijo, es la 'primera prioridad' de su política exterior.

El jefe del Ejecutivo inauguró ayer una jornada organizada por el PSOE para analizar la actual crisis alimentaria mundial en la que destacó que España está cumpliendo sus compromisos, con el objetivo de destinar el 0,7% del PIB a ayuda oficial al desarrollo en 2012.

Subrayó además que si todos los países desarrollados cumplieran su obligación de dedicar 'la cuantía necesaria' a la ayuda al desarrollo sería posible cumplir los llamados Objetivos del Milenio de reducción de la pobreza en el año 2015. 'Seremos exigentes y denunciaremos a los países que pudiendo hacerlo no lo hacen', recalcó.

Zapatero incidió en que la lucha contra el hambre, que mata a 20.000 personas al día en todo el mundo, es 'el gran reto de nuestro tiempo' que merece dedicación antes, durante y después de la política, desde todos los continentes y ojalá de que desde todas las ideologías'.

En su discurso, el presidente del Ejecutivo apuntó que dedicará todas las energías posibles a este fin y confió que este mismo esfuerzo se produzca 'a partir de noviembre' en otros países , en alusión a la fecha en que tendrán lugar las elecciones presidenciales en EE UU.

La crisis financiera estadounidense, y concretamente la de las hipotecas 'basura', es, según Zapatero, una de las causas de la crisis alimentaria mundial, 'fruto de un modelo neoconservador basado en un capitalismo sin fronteras, sin límites y sin ética'.

Otras causas son, a su juicio, la subida del precio del petróleo, 'que se ha disparado de valor a partir de la guerra de Irak' y un cierto dogmatismo sobre la agricultura que se impuso en los países desarrollados, 'ya que hace quince años Occidente creía que no debía producir agricultura'.

A esos dos factores añadió un tercer desencadenante: el total abandono de las ayudas a la modernización de la agricultura en los países desarrollados, 'que ha propiciado escasez de oferta de cereales y otros productos básicos y una subida de precios agravada por el incremento de costes básicos como el transporte o los fertilizantes'.

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