Las 'telecos' recurren en masa la decisión de la CMT sobre la red de fibra de Telefónica
Nadie de los grandes ha querido perdérselo. El viernes terminaba el plazo para recurrir las medidas cautelares aprobadas por la CMT para regular la nueva red de fibra de Telefónica y los papeles han llegado por andanadas. Entre ellos hay poco respaldo a la decisión del regulador y dos grupos enfrentados sobre cómo debería ser la normativa: Telefónica y sus rivales.
El registro de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) tuvo una jornada intensa el viernes. Ese día terminaba el plazo para presentar recurso de reposición contra una de las decisiones del regulador sobre el tema estrella del sector más polémicas en los últimos meses. La materia en cuestión son las medidas cautelares aprobadas a principios de mayo para regular el despliegue y el acceso de los rivales a la nueva red de fibra óptica de Telefónica -la que llevará 100 megas de capacidad en internet y televisión de alta definición a los hogares-.
En teoría, estas medidas sólo estarán vigentes unos meses; hasta que esté lista la regulación definitiva, y eso se prevé para finales de año. Pero su contenido ha puesto al sector en pie de guerra. Por una vez, coinciden en la crítica, aunque no en el contenido, tanto Telefónica como sus competidoras, con Orange, Jazztel y Tele2 a la cabeza.
Por eso nadie se lo quiso perder. Unas fueron muy madrugadoras -Telefónica- y otras apuraron el plazo, pero ninguna de las grandes ha dejado de depositar en la CMT su recurso de reposición, única vía para cambiar con cierta celeridad el contenido de las cautelares.
Las empresas critican la obligación de invertir sin garantías de continuidad
La CMT había tomado su decisión con un objetivo: dar vía libre a Telefónica para que pueda comenzar cuando quiera a comercializar ofertas sobre su red de fibra. Pero para ello consideró necesario proteger a sus rivales y permitirles replicar estas propuestas, siempre que mostraran fehacientemente su disposición a invertir en fibra y crear una red similar a la de Telefónica.
Pero ni el ex monopolio ni las operadoras alternativas creen acertado el modo en el que el regulador ha plasmado este doble objetivo. Por eso no es extraño que los recursos estén cargados de crítica y peticiones de cambios.
'Son unas medidas que han nacido muertas', explica una fuente del sector. Y en eso están bastante de acuerdo todos los bandos.
Los rivales de Telefónica centran su rechazo en la formulación que se ha dado al acceso a las infraestructuras del ex monopolio. La CMT ha decidido que para mostrar esa voluntad de inversión, las compañías tienen que iniciar los trámites para instalar su fibra en las canalizaciones de Telefónica, que son los conductos que recorren el subsuelo. Si no lo hacen, no tendrán acceso a la oferta mayorista que les permitirá replicar las propuestas de fibra de la operadora dominante. Pero es que los alternativos creen que es materia imposible y menos en cuatro meses.
Por eso, varios recursos señalan a la CMT el desconocimiento que se tiene sobre las infraestructuras de Telefónica y la imposibilidad de acceder a ellas sin una auditoría previa que diga dónde están, a quiénes llegan, cuál es su estado y si cabe la fibra de otras compañías. Con esa información en la mano, los rivales tendrían que analizar la red que tiene cada una de ellas y cómo se conjuga con la de Telefónica. De ahí, debería salir una decisión que implica inversiones cuantiosas, porque el ex monopolio sólo pone el exterior -las canalizaciones-, que hay que rellenar con tecnología costosa.
Aunque todo eso se pudiera hacer en sólo unos meses, cuestionan los recursos, sería muy arriesgado tomar una decisión económica de la cuantía que se está hablando sin garantías de un retorno de la inversión ni de continuidad, puesto que se trata de una medida cautelar que puede ser cambiada por la regulación definitiva.
Según fuentes del sector, el escrito de Telefónica va en dirección distinta, aunque también crítica. Hace hincapié en varios aspectos, pero sobre todo en el que le obliga a poner a disposición de otros operadores de banda ancha una oferta mayorista que les permita replicar las propuestas que haga cuando lance de forma comercial las primeras promociones con fibra.
Esta oferta mayorista debe permitir dar voz, acceso a internet a la misma velocidad que Telefónica y servicio de televisión, algo que la operadora consideran técnicamente imposible en las condiciones que pide la CMT. Fuentes de la compañía han asegurado que en ningún país de Europa existe una oferta mayorista similar y que se tardarán mucho más de cuatro meses en construirla.
Fuentes de sus rivales consideran que no es técnicamente imposible hacer esta oferta, pero incluso conceden a Telefónica que sin garantías de continuidad, la inversión que supone no tendría mucho sentido.
La CMT tiene ahora estas opiniones encima de la mesa y se confía en que su decisión final no se haga esperar.
URGENCIA CUESTIONADA
La CMT adoptó las medidas cautelares por considerar que había urgencia en clarificar la situación. En el sector creen que la urgencia comenzó hace un año, cuando Telefónica lanzó su prueba piloto de fibra, pero que ahora se puede esperar a la regulación definitiva.
Preocupación por el destino del 'cobre'
Los rivales de Telefónica tienen una preocupación sustancia en el debate sobre el futuro de la red de fibra: ¿qué pasará con la actual infraestructura, la red de cobre sobre la que llevan años invirtiendo?Y es que estas compañías están dando servicio a los clientes desde las centrales de Telefónica, donde han instalado sus equipos y hasta las que han llevado su red para poder dar las famosas ofertas de 20 megas, por ejemplo. Pero esta inversión tendría fecha de caducidad si la CMT permita al ex monopolio cerrar estas centrales, porque Telefónica ya no las necesitará a medida que despliegue la red de fibra.Los operadores alternativos piden la supervivencia de las centrales y acusan al regulador de haber fomentado una inversión en ellas que a lo mejor ya no podrán recuperar.Estas compañías aseguran, además, que Telefónica podría tener motivos más allá de los comerciales para cerrar una central, como es poner en venta el edificio que la alberga.