Nuevas estrategias para las compañías
Nuestro mayor grado de desarrollo y la aparición de poderosos competidores obligan hoy a buscar las ventajas competitivas en productos diferenciados por su calidad y en procesos productivos superiores. Para lograrlo, es imprescindible que las empresas hagan suyas las nuevas formas de organización que ha traído consigo la creciente internacionalización no sólo de la economía, sino, sobre todo, de la producción.
La economía española será más competitiva mediante empresas capaces de adaptarse, innovar y, en última instancia, aprovechar las nuevas formas de desarrollar su actividad. Es preciso, por tanto, establecer un marco en el que las empresas puedan adoptar nuevas fórmulas competitivas, abandonando aquéllas que nos permitieron crecer en etapas previas de nuestro desarrollo económico, pero que no resultan suficientes frente a los modelos de excelencia de los países más dinámicos.
Desde hace tiempo varios fenómenos vienen alterando sustancialmente la forma de organización y la posición competitiva de nuestras empresas. Por un lado, la fuerte reducción de las barreras comerciales y de los costes de transporte. Por otro, la revolución tecnológica de las últimas décadas, que ha incrementado exponencialmente la velocidad de transmisión de información, permitiendo así la aparición de nuevas posibilidades de organización empresarial en la que prima la fragmentación de la cadena de valor. Esta fragmentación es una de las claves principales de las nuevas y complejas estrategias en la organización productiva de las organizaciones. Una fragmentación necesaria por exigencias cada vez mayores de competitividad, diferenciación de producto y por la búsqueda de emplazamientos más eficientes.
La competitividad de España es mejorable tanto en sectores específicos como en su conjunto
En la fragmentación de la cadena de valor tienen relevancia dos dimensiones. La geográfica (es decir, que puede llevarse a cabo tanto en un entorno nacional como internacional), y la dimensión de propiedad, referida a las opciones de control de las etapas productivas. Una empresa optará por externalizar algunas de las etapas siempre y cuando los beneficios de tal actividad superen los costes de internalizar.
Las ventajas vendrán dadas por la especialización productiva de los agentes externos, la transformación de ciertos costes fijos en variables, la reducción de los costes de organización y de la producción, así como el aumento de la flexibilidad operacional en situaciones coyunturales adversas. En definitiva, no estamos ante procesos nuevos, sino que son la dimensión geográfica internacional, con una amplísima segmentación de la cadena de valor, y la externalización las que realmente hacen novedosa esta nueva estrategia de la producción.
La competitividad de España es claramente mejorable tanto en sectores específicos como en el conjunto de su economía. Son muchas las ramas productivas que se ven afectadas por la falta de competitividad, por lo que no tiene sentido recurrir a soluciones parciales o estrictamente sectoriales para hacer frente a este problema.
Bien es cierto que aunque España se ha incorporado con notable retraso al proceso de globalización de la economía mundial, en los últimos años nuestras empresas han alcanzado un alto grado de integración en los mercados mundiales. España se ha convertido en un destacado actor en el ámbito del comercio y en la esfera financiera internacional animada por las fuerzas impulsoras de la globalización.
Esta apertura al exterior ha sido enormemente beneficiosa para nuestro país. Aun así, nuestro sector exterior sigue viéndose lastrado por un creciente déficit comercial y corriente, con el que tiene mucho que ver nuestra tradicional dependencia energética. El patrón de especialización de nuestro comercio, tanto sectorial como geográfico, dista aún mucho de aquel que nos permitiría disfrutar de mejor posición competitiva y de mayor prosperidad. Mejorar estos aspectos es el reto de futuro para las empresas españolas.
En cualquier caso, si las empresas españolas deben continuar con un proceso de internacionalización que ya han iniciado y en el que encontrarán como recompensa mayores niveles de eficiencia y competitividad, es necesario también que en España se den las condiciones para desarrollar ventajas competitivas en segmentos de alto valor añadido y para hacer que las organizaciones interesadas en aprovechar tales ventajas vean nuestro país como un destino atractivo.
Las reformas estructurales que el Círculo de Empresarios viene reclamando desde hace tiempo, en áreas como la educación, la innovación, el marco legal, la fiscalidad, o el mercado de trabajo, son, en este sentido, imprescindibles.
Gil Gidrón. Presidente del Comité de Competitividad del Círculo de Empresarios