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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La UE necesita su red energética

La progresiva liberalización de los mercados energéticos europeos no ha conseguido todavía completamente ninguno de los objetivos perseguidos. La mayoría de los clientes siguen vinculados a su proveedor histórico y apenas disfrutan de capacidad de negociación de sus tarifas. La lenta integración de las redes tampoco ha permitido mejorar la seguridad del suministro. Y la UE sigue dividida en 27 minimercados nacionales a los que los principales proveedores, con Rusia a la cabeza, se permiten imponer condiciones no del todo transparentes.

La respuesta a esos problemas y carencias podría estar un poco más cerca desde la semana pasada. El Parlamento Europeo votó a favor de que las compañías de generación de electricidad renuncien de una vez por todas a la propiedad de sus redes de transporte. La Eurocámara, en una posición que comparten los países partidarios de avanzar en la apertura del mercado, como España o el Reino Unido, cree que esa segregación es la única salida para inyectar competencia en los mercados.

Por desgracia, los países que defienden el anacronismo de los llamados campeones nacionales en el sector energético (léase, Francia y Alemania) van a impedir que la UE opte por esa solución. Y la Comisión Europea que preside José Manuel Barroso, en una más de sus intolerables claudicaciones, ya ha aceptado la llamada tercera vía. Es decir, que los mastodontes energéticos como Eon o Gaz de France mantengan la propiedad de sus redes y se limiten a ceder la gestión a una filial supuestamente independiente.

A pesar de ese paso en falso, la reforma del mercado energético parece inevitable y la integración de las redes parece un paso sine qua non para conseguirlo. Europa necesita conectar urgentemente sus tendidos eléctricos y sus gasoductos para establecer un verdadero mercado de 500 millones de clientes. Ese gigantesco pool aumentará la seguridad del suministro. Y permitirá a Europa, una de las zonas del mundo con mayor consumo energético, reclamar ofertas más favorables a los países productores de fuentes de energía. Sólo en petróleo la UE gastó el año pasado en importaciones 229.000 millones de euros, cifra que ningún proveedor puede despreciar.

Las propias compañías del sector están llegando a esa conclusión. Algunas, como Eon, forzadas por el hostigamiento de la comisaria europea de Competencia, Neelie Kroes, que les ha arrancado la cesión de parte de su red expedientándolas por abuso de posición dominante. La amenaza de multas millonarias o de condiciones de explotación muy estricta convierte a la red de transporte en un activo sin interés.

Otras, como Eni, defienden a largo plazo la integración de las redes en una sola empresa europea, que garantice el acceso en igualdad de condiciones a todos los suministradores. Las dos vías deben converger para llegar a un operador que, como en el caso de Red Eléctrica Española o Enagás, gestione las redes en favor de la competencia. Al fin y al cabo, como sabe todo el sector, para una empresa de generación, la propiedad de la red sólo compensa si puede abusar de ella. Y la comisaria Kroes no parece dispuesta a seguir permitiéndolo.

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