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Opinión
Tribuna
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Treinta años de éxitos y cambios

Nacer a la par que la Constitución española de 1978 es nacer con buena estrella. De la mano de nuestra Carta Magna, España ha afrontado un proceso modernizador que ha situado a nuestro país en la primera línea de las naciones más avanzadas. Detrás de este fructífero periodo se encuentra una apasionante historia, que en la economía ha tenido un observador privilegiado como CincoDías.

Este periódico ha sido una de las fuentes más reputadas para seguir varios shocks del petróleo, los efectos en la estructura económica internacional de la caída del muro de Berlín, el nacimiento del euro o la incorporación de los países emergentes a la cadena de producción global. Es, por tanto, un placer poder felicitar a esta publicación y a todos los que han formado el equipo de redacción en los últimos treinta años.

Repasar los logros y también los pequeños fracasos de nuestra economía desde finales de los setenta es una tarea ingente y, por cierto, todavía no suficientemente abordada. Los Pactos de La Moncloa de octubre de 1977 supusieron el punto de partida. La España democrática requería nuevos marcos políticos, sociales y económicos que la abrieran al exterior y nos acercaran a nuestros vecinos de Europa.

La confirmación en 1985 de la adhesión de España a la CE -efectiva el 1 de enero de 1986- supuso el espaldarazo definitivo al cambio, además de un tremendo reto para los agentes económicos. Pero, si tuviera que quedarme con un hito de estos años, elegiría la participación de España en la creación de la Unión Monetaria. Por primera vez, nuestro país iba de la mano de los grandes países de Europa en un momento clave de la construcción europea.

El resultado de este profundo proceso de transformación no se puede resumir con unas cuantas cifras, pero es significativo no sólo la elevada tasa de crecimiento medio alcanzada (2,8%), sino también que nuestra renta per cápita ahora sea casi igual a la de los países más avanzados de Europa (94% de la UE-15, frente al 70% de 1978) o que ahora los ocupados superen los 20 millones frente a los 12,5 millones de hace treinta años. O que de ser un país de emigrantes, ahora la inmigración suponga casi el 10% de la población.

En la vertiente macroeconómica, nuestras principales empresas están jugando un papel muy relevante en la esfera internacional, después de un intenso proceso de inversión en el exterior en la última década. Por todo ello, creo que podrían calificarse las tres últimas décadas como el periodo de las oportunidades aprovechadas, algo desgraciadamente no muy frecuente en la historia española.

Pero no puedo terminar sin hablar de la evolución del sistema financiero español y, sobre todo, del papel jugado por las cajas de ahorros, paradigma del proceso de modernización vivido por el sector empresarial y un ejemplo de adaptación exitosa a la libre competencia. En 1975, dentro del sistema financiero estaba estrictamente regulado el quién, el qué y el cómo, es decir, tanto el acceso a la actividad como lo que los bancos y cajas podían hacer y cómo. Estaba regulado por ley qué operaciones financieras podían hacer, con una clara segmentación entre las de banca comercial, industrial y mixta, y diferenciada para bancos y cajas. Y además, se reglamentaba cómo lo tenían que hacer, ya que los precios estaban regulados tanto para el pasivo como para el activo.

La operativa estaba sometida a fuertes coeficientes de inversión obligatoria, que alcanzaba el 67% en las cajas, reduciendo su autonomía emprendedora. En 1978, cuando se autorizó la entrada de la banca extranjera, todo empezó a cambiar y se abrió un proceso hacia la completa liberalización geográfica y operativa de la actividad financiera. Sólo un dato para ilustrar el cambio: hasta finales de los setenta en las libretas de ahorro se seguían anotando las operaciones a mano. Treinta años después el sector de cajas tiene un balance equivalente a un billón de euros, una cuota de mercado elevada tanto en depósitos (51%) como en créditos (47,7%), y un beneficio atribuido conjunto superior a los 10.000 millones. Esto todavía es más meritorio si se tiene en cuenta que los bancos españoles son referencia a nivel mundial por su gestión y eficiencia.

En este proceso ha sido determinante la fidelidad a un rasgo genuino de nuestra naturaleza como es la vocación social y los vínculos con nuestro territorio de origen. Tal compromiso se ha mantenido a través de la Obra Social, a la que se han destinado 2.000 millones de euros en 2007, y de nuestra posición como líderes en responsabilidad social corporativa, incluso antes de que se hablara de este término en nuestro país.

Algunos pueden pensar que estos éxitos y cambios son irrepetibles, sobre todo en un momento en el que por primera vez en mucho tiempo la economía española se enfrenta a una fase de ajuste. Mi opinión es que el ajuste servirá para corregir los excesos y para sentar las bases de otro largo periodo de expansión. Deseo que CincoDías sea testigo fiel de otras tres décadas de éxitos.

Miguel Blesa. Presidente de Caja Madrid

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