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Carta del Director
Tribuna
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El espíritu CincoDías

Permítanme, apreciados lectores, que transgreda, por una vez y sin que sirva de precedente, la norma no escrita que dicta que cualquier Carta del Director ha de ser una suma de grandilocuentes y, presuntamente, sesudas reflexiones sobre el periodismo, la economía, la sociedad o la vida en general. Mi intención es tratar de explicarles cómo era y cómo es el espíritu CincoDías desde una experiencia personal, la mía.

Mi carrera profesional empezó, por supuesto como becario, en esta casa hace poco más de 20 años. Una redacción pequeña, aunque a mí me parecía gigantesca, en la que ya se respiraba el ambiente especial que da la experiencia profesional acumulada durante la etapa más apasionante de la historia reciente de España, la transición. De aquellos años recuerdo el intenso trabajo, la inolvidable sala de teletipos con el sonido de las campanillas que avisaban de que iban a escupir una noticia importante, o el corte de los artículos en el taller, cuchilla en mano. Pero, sobre todo, la obsesión generalizada, que emanaba desde la dirección (Paco Mora y Javier Ayuso en esos tiempos), por el rigor periodístico, la defensa de la independencia y, en definitiva, el trabajo bien hecho.

Tras un par de años de intenso aprendizaje, que sin duda fueron los pilares de mi personalidad profesional, me embarqué en nuevos proyectos. Viví la inigualable experiencia de participar en el alumbramiento de un nuevo medio de comunicación. Y por dos veces. El primer parto fue el de La Gaceta de los Negocios, hoy uno de los directos competidores en el complicado mundo de la prensa económica en España. En aquel proyecto también se respiraba el espíritu CincoDías por todas partes, puesto que gran parte de ese nuevo equipo (Mora, Pedro Cases, Miguel Ángel Noceda, Marisa Navas, Carlos Castro, Ana R. Cañil o Moisés Romero, entre muchos otros) se habían formado en el decano de la prensa económica en España. Otro par de años de intenso trabajo y gratificantes recuerdos que dieron paso a una nueva aventura. Esta vez el salto era distinto. Participar en el nacimiento de un diario de información general: El Sol. De nuevo, la ilusión desbordante, la ambición desmedida y, cómo no, varios viejos amigos de CincoDías, como Carlos Castro o Ramón Lobo.

Aquí, el periplo profesional fue más breve, pues a los ocho meses de andadura del nuevo diario se cruzó en mi camino El País. Un sueño, el sueño, mi sueño desde que empecé a comprender qué era esto del periodismo. Por aquel entonces, el director del diario era Joaquín Estefanía, y la jefa de sección de Economía, Belén Cebrián, ambos, cómo no, miembros del equipo fundador de CincoDías.

Allí, de la mano de Andreu Missé, Miguel Ángel Noceda, Pedro Cases (otra vez los dos) y bajo la dirección de periodistas de la talla de Jesús Ceberio, José María Izquierdo o Félix Monteira, pasé diez años irrepetibles.

Pero soy muy inquieto. Y Monteira, más. Recaló en la dirección de CincoDías y me ofreció, a finales de 2000, la oportunidad de formar parte de su equipo como redactor jefe. Para mí era la vuelta a casa. De hecho, así me sentí cuando entré en esta redacción. Muchas caras conocidas que me recibieron con el cariño de siempre se mezclaron con otras tantas desconocidas, que no tardaron ni un segundo en acogerme como a uno más, como a uno de los suyos.

En marzo de 2003, otro brillante periodista, Javier Moreno, el actual director de El País, tomó las riendas del periódico y me otorgó la posibilidad de compartir con él y con Lydia Aguirre, otra extraordinaria profesional e histórica de CincoDías, ese reto. Y hoy, más de siete años después de retornar a mi primera escuela, me cabe el honor de llevar tres dirigiéndola. Una tarea ilusionante y compleja. Y difícil. No por la dura competencia que hay en el negocio de la prensa económica en España. Más bien por el entorno que rodea a la profesión, invadida por expertos en el control enfermizo de la información e infectada por personajes que ya se van conociendo como trabuqueros, pseudoperiodistas que han asumido sin pudor lo peor de la herencia de los tristemente famosos sobrecogedores. Afortunadamente, CincoDías cuenta con un arma imbatible para responder: su equipo humano, una redacción y unos equipos de gestión y comerciales inigualables e inagotables.

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