Fallece Rafael del Pino, fundador de Ferrovial
El empresario madrileño fallece a los 87 años tras una larga enfermedad.
Renovar tendido ferroviario y levantar un taller de cajeo de traviesas no entrañaba grandes misterios para un ingeniero avispado de los años cincuenta. Imaginar una multinacional con más de 100.000 empleados y 14.000 millones de euros de facturación, era otra cosa. Para eso, era necesario viajar por Europa antes de afianzar la primera piedra de Ferrovial, la que terminaría siendo una de las mayores compañías de construcción y servicios del mundo. Su fundador y propietario, Rafael del Pino y Moreno, falleció en la noche del sábado en Madrid, a los 87 años, tras una larga enfermedad.
Fue en 1952 cuando empieza todo. Compró maquinaria en Alemania por un millón de pesetas, 'de las de entonces', apuntaba el empresario, y la modesta Ferrovial se atrevió con su primera obra en Burgos. Ganó la confianza de Renfe como suministrador y en sólo una década apostaba por la construcción de carreteras, con la autopista Bilbao-Behobia, presas y plantas de tratamiento de agua.
Pero siempre con el mismo reto: el salto internacional, que inició en Venezuela en 1955 para forjar un referente mundial de la construcción. Es el sueño cumplido de este doctor ingeniero de Caminos, Canales y Puertos nacido en Madrid en 1920.
'Hago las cosas con la cabeza fría, pero con el corazón caliente. Si no, es como si nada', decía.
Su muerte dejó en los boletines de radio dos ideas apresuradas: su gran influencia y una fortuna que estaba entre las 100 primeras del mundo. Pero las voces amigas recuerdan que prefería hablar de la capacidad de su equipo, de la austeridad en el gasto o de la necesidad de reinvertir los frutos del esfuerzo, que de sus cuentas corrientes.
Al sepelio de este patriarca de la construcción, oficiado ayer en Pozuelo (Madrid), asistieron sus familiares y un grupo de amigos, empresarios y políticos, como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y la ministra de Educación, Mercedes Cabrera, sobrina del fallecido. El presidente de la constructora FCC, Rafael Montes, destacó su figura 'como un ejemplo para muchas generaciones'.
Una carrera brillante
Del Pino capeó la crisis de los setenta para elevar a Ferrovial a los puestos de cabeza en el mercado concesional o la promoción inmobiliaria. Y de ahí hasta lo que es hoy, dueña del mayor aeropuerto europeo, Heathrow, u operadora de la autopista más rentable del mundo, la canadiense 407 ETR. Un gigante que en 2007 debía el 80% de Ebitda a los negocios fuera de España, pero que no olvida su origen en un desván junto a la Iglesia de los Jerónimos.
Personas cercanas aseguran que aún seguía interesado por aprender. Tanto, que cuando estaba lejos de sus nietos no dudaba en tirar del Messenger.
Casado con Ana María Calvo-Sotelo, hermana del ex presidente del Gobierno Leopoldo Calvo-Sotelo, tuvo cinco hijos. En 2000 dio el relevo de Ferrovial a Rafael del Pino Calvo-Sotelo. Preparó el traspaso durante 15 años, pero dijo que se iba porque 'me ha salido otro trabajo'. Y es que la sonrisa siempre fue aliada de su gesto grave. Constantes en su vida también eran la afición por la astronomía y la náutica.
Con la salida a Bolsa de Ferrovial, en 1999, culminó su carrera. Luego ocupó la presidencia de honor del grupo y atendió a la fundación que lleva su nombre.
Del Pino lideró Europistas, Enagás o Philips Ibérica. Fue fundador del Círculo de Empresarios en 1977 y dirigió Seopan, el Instituto de la Empresa Familiar... Su labor mereció decenas de reconocimientos: la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, la Medalla de Oro de la Academia de la Historia, la Placa de Oro de la Real Academia Española y el doctorado honoris causa por la Universidad de Castilla La Mancha. Desde la empresa se le vio como 'Mejor empresario de la Construcción' o 'Mejor Trayectoria Empresarial', premios a los que sumó en 2006 el 'Juan Lladó', del Instituto de Empresa y la Fundación Ortega y Gasset. 'Hago las cosas con la cabeza fría, pero con el corazón caliente. Si no, es como si nada', decía.