La moneda huérfana
Crecimiento estable en Austria, que cae en España. Inflación que se acelera en Bélgica, que se debilita en Holanda. Exportaciones florecientes en Alemania, pero átonas en Francia. En sus diez años, o casi, la zona euro tiene divergencias en su seno. (...) ¿Cómo dirigir una política común para países con coyunturas distintas, como vivir con la misma tasa de cambio cuando las empresas de unos se anotan conquistas y las de otros, derrotas? El problema ha sido señalado desde que a comienzos de los 60 el canadiense Robert Mundell definiera los criterios de las zonas monetarias óptimas. Todavía hoy de actualidad por dos motivos.
El primero tiene que ver con la confluencia de olas de alcance asimétrico. España e Irlanda se han visto amenazadas por la recesión por una crisis inmobiliaria violenta. (...) La homogeneidad del conjunto se resquebraja. (...). Fijar tasas de conversión a euros frenó las devaluaciones, pero no la competitividad relativa.
Tras el fracaso de la Constitución europea, la moneda tampoco ha suscitado la unidad política. Eso no impide que el euro triunfe y que se reafirme como la segunda moneda del mundo. (...) Pero sólo con el paso del tiempo podremos saber si la moneda es capaz de superar su dependencia política, si queda huérfana. En estos asuntos, diez años es poco.
Le Monde, París