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Antonella de Simone

'Es momento de hacer negocio en países emergentes'

Dirige la firma italiana que revolucionó los trajes masculinos en los años cincuenta. Visten a los hombres más elegantes, a James Bond, a Kofi Annan y a la mayoría de los empresarios y altos ejecutivos españoles

Antonella De Simone, nacida en Roma hace 57 años y madre de cuatro hijos, es rotunda cuando habla. Se explaya a gusto, sobre todo cuando recuerda cómo su abuelo puso los cimientos de lo que hoy es Brioni, de cuyo taller salen los trajes que visten a los más poderosos del mundo. La compañía facturó en 2007 201 millones de euros, y espera que en 2008, 'si el dólar nos lo permite', crecer entre un 8 y un 10%. Desde niña vio como su abuelo, cofundador de la sastrería, ponía los pilares de un negocio que ha cumplido más de 60 años. De Simone estudió Lengua y Literatura Extranjera y cursó un Máster en Marketing y Relaciones Públicas, y trabajó atendiendo una oficina de prensa antes de entrar en la compañía familiar. En España tienen abiertas dos tiendas, una en Marbella y otra en Madrid, dos posiciones que quieren reforzar, 'ya que se trata de un mercado importante y decisivo'.

Ahora que todo el mundo habla de crisis, ¿cómo cree que afectará al sector textil de lujo?

Hablar hoy día de temas económicos es bastante recurrente, y todo el mundo habla de crisis y cuando crees que algo te afectará, psicológicamente acaba afectando. Nosotros, como organización, no sufrimos ninguna crisis porque nuestro perfil de consumo es alto. El problema es que es dólar está débil, y hay que tomarse este momento como algo cíclico, y después de una mala racha siempre vuelven los buenos tiempos. Hay que estar preparados para afrontar las crisis y esa preparación del terreno hay que hacerla cuando las cosas van bien.

'Es más importante el compromiso con la plantilla que defender un apellido'

'No es fácil que la familia entre en la compañía. Tiene que haber un puesto vacante'

¿Es usted muy optimista?

Lo soy por naturaleza. Creo que esta crisis durará como mucho unos dos años, y tampoco hay que temerle. Lo que hay que hacer es tomar las medidas para abrir nuevos mercados. Es el momento de expandirse y abrir negocios en países emergentes. Brioni va a expandirse en estos nuevos mercados, como India, China y Rusia. Por tanto, las actividades que emprenderemos allí se complementarán con las que ya tenemos en otros países. No vamos a parar nuestra política de expansión, ya que creemos que unos mercados compensaran a otros. También convendría advertir que se está utilizando la crisis económica mundial para eludir otros temas que también son importantes, y que a la clase política no le interesa debatir en este momento. Es una manera de evadir otras responsabilidades.

¿Cuál es el perfil de clientes que tiene Brioni?

Poderosos, fuertes, no son fashion victims, auténticos, buscan sentirse a gusto con ellos mismos, cuidan los detalles y saben lo que quieren. Tienen poder adquisitivo.

Pertenece usted a una familia empresarial, ¿cómo se mantienen los vínculos familiares durante más de tres generaciones?

Creyendo en lo que hacemos. Mi abuelo se refiere a Nazareno Fonticoli sentó muy bien las bases de la empresa. Tenía una sastrería y mi padre, después de ir al colegio, iba a la tienda y allí se empapó del negocio. Se unió a Gaetano Savini y abrieron sastrería en Milán y en Roma, donde aún existe. Coincidió con la época de la dolce vita, con la llegada a Italia de artistas de Hollywood, como Gary Cooper, Rod Hudson, Ava Gardner o Liz Taylor. La moda tuvo un gran éxito en aquellos años. Mi abuelo tuvo la idea de crear un taller de sastrería en su pueblo natal, Penne, donde sus amigos tenían pequeñas sastrerías, que no funcionaban demasiado bien. La idea fue unirse y crear una nueva realidad, con una fábrica donde trabajan 1.100 empleados. El 10% de la población trabaja para Brioni, en la elaboración de trajes y abrigos. Poco a poco, vieron que era importante hacer todo tipo de complementos para el hombre, y se creó un laboratorio de piel, con diferentes productos dentro del grupo.

¿Y no han pensado en aliarse con otros grupos empresariales del sector?

Nunca ha sido el objetivo de la firma controlar a otras empresas, lo único que ha perseguido es hacer el trabajo de una manera diferente, utilizar materiales buenos, y unificar la calidad. Cuando aunaron a un grupo de marcas pequeñas con la misma calidad perseguían esa finalidad, la de agruparse en busca de una gran firma. Compraron, por ejemplo, una camisería que eran proveedores de la Casa de Saboya.

¿El crecimiento de la compañía será orgánico o realizarán adquisiciones o fusiones?

Nuestro crecimiento será orgánico, con 30 tiendas propias, 20 franquicias y 700 puntos de venta en grandes almacenes como Saks Fifth Avenue, Bergdorf Goodman o Harrods. Y nuestra intención es seguir abriendo puntos de venta en lugares potenciales.

La compañía tiene tres consejeros delegados, ¿cómo se comparte la gestión entre tres ejecutivos con el mismo rango?

Tenemos profesionalizada la gestión y el comité de dirección está en manos de la familia. Nosotros nos reunimos y los discutimos todo, además desde distintos puntos de vista. De esta manera es mucho más enriquecedor porque cada uno aporta su visión y hay menos riesgo de equivocarse. Todas las decisiones son consensuadas y nadie impone nada. Para que una empresa funcione hoy día todo tiene que decidirse en grupo. Una compañía con el tamaño y el prestigio de Brioni no es fruto del trabajo de una sola persona. Intentamos entre todos tomar las mejores decisiones para que la empresa perdure en el tiempo y no se pierda el pilar que siempre la ha sostenido, que es buscar la excelencia y la calidad en todo lo que hacemos.

Usted no se incorporó nada más acabar sus estudios a Brioni, ¿tuvo que pensárselo?

Para tener una visión independiente es necesario tener experiencia previa, haber conocido otras vivencias y luego dar el paso convencida de lo que se hace. Al principio, pensaba que no me apetecía trabajar con la familia, pero después me convencí de que podía aportar cosas interesantes para que el grupo siguiera creciendo.

Usted tiene cuatro hijos, ¿le gustaría que algún día tomaran las riendas de la empresa?

No sé si mis hijos continuaran mis pasos, pero no es lo más importante para mí en estos momentos, ni para la empresa. Lo verdaderamente importante es tener la compañía profesionalizada. Ahora mismo hay 14 miembros que pertenecen a la cuarta generación, y sería interesante que se unieran a la organización, pero también tengo que decir que tenemos un protocolo familiar que pone a salvo a la empresa. Tenemos una gran responsabilidad y no se puede jugar con la empresa.

¿Qué requisitos tiene que tener un miembro de la familia para entrar en Brioni?

No es fácil. En primer lugar, tiene que haber un puesto disponible para que lo puedan ocupar, han de tener formación y experiencia previa en alguna otra empresa. Es vital que hayan conocido cómo se hacen las cosas fuera de la familia, en otras empresas. Son requisitos que hemos impuesto porque tenemos una gran responsabilidad ante 1.600 familias que trabajan para nosotros. Es más importante el compromiso adquirido con la plantilla que defender el apellido de uno de nuestros miembros.

¿Qué valores rigen en la organización?

Por encima de todo, la fidelidad a la calidad y a la tradición de hacer todo a mano. Es lo principal, el respeto al cliente, y las relaciones humanas. A mí me gusta dar las gracias por lo que la gente aporta a la empresa. Lo principal son las personas, el negocio viene después. Se consigue mucho más si los trabajadores están contentos. Hay que tener en cuenta que es la base de nuestro trabajo. Todo lo hacemos a mano, no hay máquinas, por tanto, la parte humana es de vital importancia. Si las personas no trabajan contentas repercute en el acabado final del producto. Un traje necesita mucho amor y alegría. Podemos decir que nunca hemos tenido ningún conflicto laboral. Existen dos turnos de horarios en la fabrica, de manera que las mujeres pueden conciliar.

¿Tienen dificultad para encontrar a profesionales para trabajar en el taller?

No nos resulta especialmente difícil porque, en la zona en la que está ubicada la fabrica, hay bastante tradición de sastrería. Además, contamos con una escuela de sastrería, en la que se forman a muchos de nuestros profesionales. Colaboramos con la Comunidad Europea para mantener la tradición en la confección.

'Hay que saber transmitir pasión'

Cree que su gran aportación a la empresa es haber sabido 'transmitir pasión por lo que hacemos, tanto dentro como fuera de la organización'. Antonella de Simone afirma que la clave de cualquier éxito está en apasionarse por los proyectos. Y sabe que la esencia del negocio de la sastrería que dirige se basa en aunar tradición con modernidad, pero sobre todo con laboriosidad. En hacer un traje se invierten una media de 40 horas y 18 minutos por cada ojal (lleva 12, todos cosidos a mano). Cada una de las piezas se somete a un centenar de procesos manuales distintos, donde se incluye un total de 40 planchados. Los trajes de Brioni oscilan entre los 2.500 y los 6.000 euros.Fue su abuelo, Nazareno Fonticoli, el encargado de despedazar todos los trajes que llegaban de la competencia británica. 'Ha sido un ejemplo de lo que es el amor por el trabajo y por las cosas bien hechas'.

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