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Columna
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Autopistas de Estados Unidos

Quién hubiera pensado que Citigroup acometería la mayor privatización del año? La filial del guerrero banco estadounidense, socio del operador español de infraestructuras Abertis, ofreció 13.000 millones de dólares por la concesión durante 75 años de la autopista de Pensilvania. La operación requerirá un ofrecimiento de deuda multimillonario, toda una hazaña en este apalancado mercado. Y demuestra que las privatizaciones de las infraestructuras tienen mejor tirón que cerrar una aburrida compra apalancada de acciones.

Eso no quiere decir que vaya a ser fácil. La operación posterior de estructura del capital generará probablemente mayor porcentaje de deuda que sus recientes operaciones de capitalización. Los inversores deberán ir a varios mercados de deuda a captar capital, así que se antoja complicado. Y es distinto de las operaciones tradicionales de infraestructuras en que los inversores se decantaban por un único mercado, que les ofrecía las mejores condiciones.

Por otra parte, la operación llevará su tiempo. Los ofertantes han estado perfilando sus ofertas para cerrar bien el año. Y los legisladores xenófobos del Estado de Pensilvania todavía tienen que aprobar la operación, lo que puede llevar algunos meses más. Y es que no todos los inversores en infraestructuras tienen éxito. El banco australiano Macquaire ha sido el gestor de autopistas más agresivo de todo Estados Unidos. Aun así, este banco hizo una oferta de tan sólo 8.000 millones de dólares por la autopista de Pensilvania.

La operación de Citi sigue siendo cinco veces mayor que la mayor ampliación de capital que haya tenido lugar en Estados Unidos este año, y supera a la mitad de las fusiones de este 2008, según Dealogic. Pero los equipos de infraestructuras tienen ventaja sobre el capital riesgo, por buenas razones.

Los activos de infraestructuras gozan generalmente de un flujo de liquidez más fiable que cualquier otro sector entre los contratistas tradicionales. Los inversores en operaciones de infraestructuras siempre tuvieron expectativas de retorno más bajas que los inversores de operaciones privadas, viéndolo sólo como una compensación a su capacidad para congeniar responsabilidades y activos a largo plazo.

Al final, las Administraciones y los Gobiernos flexibles están siempre más dispuestos a vender cuando el barco hace agua. Márquelo con tiza para arriba y no se sorprenda si ve cómo las operaciones de infraestructuras se convierten en una nueva suerte de compra de activos apalancados. Por Lauren Silva

Las cuentas del northern

El fantasma de Northern Rock ha atormentado a las autoridades británicas durante largo tiempo. El equipo que gestionó la nacionalización ha pasado por algunas pruebas de estrés y ha asumido la idea de que es imposible recuperar los 24.000 millones de libras prestados por el Banco de Inglaterra, a devolver antes de 2010. La caída del precio de la vivienda en más de un 5% -lo que parece casi seguro- 'hace que el plan sea imposible', declaró Ronald Sandler, presidente del banco, ante la Comisión de Hacienda del Parlamento británico. Probablemente se tomarán un plazo extra de seis meses, en 2011, para preparar a los contribuyentes.Los gestores de Northern Rock esperan que el ritmo del interbancario se acelere de un 40% a un 60% al menos. Por debajo del 50% haría que el Gobierno tardase mucho en recuperar esta deuda. La mayoría de sus rivales están reduciendo su negocio y se las arreglan como pueden frente a la crisis crediticia. Las hipótesis posibles apuntan a otra metedura de pata en una historia repleta de errores. Un retraso sólo dará a las autoridades más tiempo para cocinar el desastre. Por supuesto que también puede significar que el reembolso final llega demasiado tarde para salvar la papeleta electoral del Gobierno. Por Jeffrey Goldfarb

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