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Tribuna
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La CMT, un actor secundario en el Día de Internet

El regulador de las telecomunicaciones existe para procurar en la mayor medida posible unas condiciones de competencia sin desincentivar la inversión de sus participantes, subraya el autor, que reivindica el papel de secundario de esta institución frente al mercado

Un día antes de que se celebre el Día de Internet, hablar de buenas noticias regulatorias puede ser interpretado por algunos como un oxímoron, una contradicción en sí misma forjada en la idea prejuiciosa de que el regulador toma sus decisiones a espaldas de la realidad que perciben los usuarios. Sin embargo, esas buenas noticias existen. Y alguna de ellas termina por afectar positivamente al bolsillo de los internautas.

Pese a que las competencias de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) en el mercado de banda ancha se circunscriben a los mercados mayoristas -fija los precios de los servicios mayoristas que los operadores alternativos adquieren a Telefónica, para poder competir con el ex monopolio-, su influencia en los mercados minoristas y los precios de los servicios que reciben los ciudadanos puede ser tan importante como, a veces, desconocida.

La CMT aprobó el 28 de marzo una resolución que recortaba hasta en un 80% el precio de algunos servicios mayoristas de banda ancha. El mismo día y en la misma resolución, la CMT dictaminó que los precios y los servicios mayoristas debían aplicarse de manera homogénea en todo el territorio nacional, sin excepciones ni limitaciones geográficas. Esta resolución puso fin a la discriminación en precios del ADSL rural, una iniciativa nacida de las ayudas públicas a los operadores para extender la presencia de la banda ancha en áreas con escasa densidad de población.

Los directivos de las empresas vinculadas al ámbito de las telecomunicaciones sostienen que el sector camina a un ritmo muy diferente al resto, a un paso más rápido y con un entorno tan cambiante como arriesgado. La realidad vivida en los últimos 10 años les da la razón. Los usuarios pueden ahora escoger entre una amplia gama de servicios, abanico de ofertas, precios y proveedores de telecomunicaciones. Esta situación, inimaginable a finales de los noventa, ha sido posible gracias el esfuerzo de innovación tecnológica y apuesta inversora de unos operadores que desean responder con la máxima rapidez a las cada vez más exigentes demandas por parte de los consumidores.

El ADSL rural quedó rápidamente atrapado por la voracidad competitiva del mercado y terminó por provocar alguna situación injusta para algunos usuarios de esas zonas remotas, como era el hecho de que en ellas se pagaran precios sensiblemente más altos por unos servicios de banda ancha que poseían unas características técnicas claramente inferiores a los que reciben en la actualidad una parte importante de los ciudadanos.

La limitación de la CMT al terreno mayorista de los precios de los servicios de banda ancha hacía necesario que, tras la mencionada resolución, fueran las propias fuerzas del mercado las que cogieran el testigo y se produjeran algunos cambios significativos en la arena minorista, es decir, en la situación que afecta a los usuarios. Esas fuerzas del mercado no han tardado en aparecer, lo que da aún más crédito a quienes opinan que el sector de las telecos o del ámbito de internet camina a pasos agigantados.

El activismo de los internautas no dejó pasar la oportunidad y reclamó a la industria mejores precios y servicios, una llamada escuchada rápidamente por los operadores que, ante la nueva situación, se apresuraron a aplicar rebajas sobre algunos productos de banda ancha, a trasladar ofertas y promociones hacia áreas antes no cubiertas o a ofrecer servicios de mayor valor añadido.

A día de hoy, la respuesta de algunos operadores a este nuevo escenario de mercado ha ido incluso más allá: Telefónica ha reconocido que estudia en un futuro cercano duplicar la velocidad de algunos de sus servicios más populares manteniendo el precio, lo que bajo las garantías regulatorias oportunas puede acelerar aún más el círculo virtuoso de la competencia.

Pocas de las actuaciones del regulador, incluso aquellas con una clara intencionalidad correctora sobre los fallos que perjudican a la competencia, reciben el inmediato beneplácito del conjunto del sector y los usuarios. Aunque satisfacer a todos nunca ha sido el objetivo de la CMT. El regulador de las telecomunicaciones existe para procurar unas condiciones de mercado que simulen en la mayor medida posible un escenario en competencia, y al mismo tiempo no desincentiven la actividad inversora y de innovación tecnológica de sus participantes. Por esta razón, una vez tomadas las decisiones y con el respaldo de un marco normativo fiable, su papel se limita a quedar en un segundo plano y permitir que el mercado tome el relevo.

Reinaldo Rodríguez Illera. Presidente de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones

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