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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los beneficios resisten la crisis

El Instituto Nacional de Estadística (INE) confirmó ayer la envergadura de la desaceleración económica que ya anticipó el Banco de España a primeros de mes, incluso con un recorte más acusado en el crecimiento. Los cálculos de Estadística revelan que el PIB creció sólo un 2,7% en tasa interanual en el primer trimestre del año, y que en cómputo intertrimestral sólo avanzó un 0,3%. Si se hiciera una extrapolación con el mecanismo estadístico norteamericano, este dato arrojaría un crecimiento anual de sólo un 1,2%.

La desaceleración, la crisis, o cualquier término económico y financiero que queramos aplicar y que ampare lo que está pasando, está aquí, y está con una severidad desconocida en los últimos doce años, pues no se encuentra un avance trimestral de sólo el 0,3% en tal periodo. La verticalidad del ajuste que recoge la curva del crecimiento es de tal virulencia que apremia a pensar que puede llegar incluso una recesión puntual. Aunque el comportamiento detallado de las variables de la contabilidad nacional no estarán disponibles hasta la próxima semana, los datos del empleo, del consumo minorista o de las ventas de las grandes empresas registradas por la Agencia Tributaria, dan suficientes pistas como para pensar que el ajuste inmobiliario ha filtrado ya su pesimismo a otras decisiones de los agentes económicos, y que confirman los escenarios menos generosos, en los que el crecimiento se mantendrá en tasas muy limitadas por un periodo no inferior a otra media docena de trimestres.

Pese a la pérdida notable de pulso de la actividad, las resultados de las empresas grandes gozan de buena salud. Las cuentas de resultados de las compañías cotizadas arrojan un aumento de los números negros en el primer trimestre de casi un 17%, y registran, por tanto, un nuevo récord en los beneficios. Es verdad que una muy buena parte de los ingresos de las compañías, sobre todo de las más grandes, llegan de fuera de España, incluso de fuera de la Unión Europea, lo que confiere a las empresas un carácter de diversificación geográfica que blinda sus cuentas en caso de crisis locales. Este es precisamente uno de los mejores activos de la gestión empresarial en España, que en la mayoría de los casos han aprovechado los recursos obtenidos en su actividad tradicional, combinada con las facilidades de financiación proporcionadas por el mercado.

No obstante, los negocios en los tres primeros meses del año no han funcionado tan bien como el año pasado. El récord de beneficios de las empresas que componen el Ibex no puede ocultar que su crecimiento se ha moderado, que hay media docena de empresas (constructoras sobre todo) con descenso de sus resultados; una con pérdidas; y buena parte de ellas con estancamiento de ingresos. Si lo peor de la crisis de crédito mundial ha pasado ya, y las entidades financieras e industriales españolas encuentran hueco para colocar sus emisiones y financiar su actividad, todos los agentes que tengan algo que decir y decidir en el futuro desempeño de la economía deben apresurarse para evitar que la desaceleración, por severa que sea, pueda sumir a la actividad en una larga atonía de crecimiento que pueda llevar a las empresas a las pérdidas de beneficios y a los trabajadores a la pérdida del empleo.

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