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Secretos de despacho

Aires nuevos en Baker & McKenzie

Xavier Junquera dirige el bufete en Barcelona desde unas oficinas en plena reforma

Dice Xavier Junquera que le gustaría dejarle a sus hijos 'una buena colección de cuadros y una buena biblioteca'. Un simple vistazo al despacho del socio director de la oficina en Barcelona de Baker & McKenzie permite adivinar con facilidad que son dos de sus pasiones. Aparte de los volúmenes que llenan las estanterías, otros se apilan a columnas apoyadas en la pared. 'Los libros me gustan incluso estéticamente, espero y deseo que no desaparezcan con las nuevas tecnologías'.

El tono crema del espacio donde trabaja Junquera (Barcelona, 1962) es corporativo, pero todo lo demás es elección suya. 'Me gusta rodearme de objetos personales', explica. Entre ellos destacan las fotos de sus dos hijos, algún dibujo y una foto de Gustav Mahler, que delata otra de sus aficiones: la música clásica. Una de las cuatro paredes del despacho es un amplio ventanal desde el que se divisa una panorámica de la avenida Diagonal de Barcelona. Las oficinas del despacho de abogados, de una superficie de 2.500 metros cuadrados divididos en dos plantas, están en la actualidad inmersas en unas obras de reforma. 'Vamos a dejar un despacho tal, que a la gente no le importará venir los domingos', explica entusiasmado.

Junquera aprovechará la reforma para trasladar su despacho al lado opuesto del edificio, lo que supondrá sustituir las vistas urbanas de la Diagonal por otras en las que tienen más cabida los espacios verdes que rodean la montaña del Tibidabo. Una imagen apacible que contrasta con la tarea que desempeña cada día. 'El día a día aquí es impredecible, no sabes nunca qué te vas a encontrar; siempre tengo una agenda programada, pero es muy difícil que se corresponda con lo que pasa después', explica, 'a veces es como si fuera un poco bombero, hay que ir apagando fuegos'.

'El día a día aquí es impredecible, no sabes nunca qué te vas a encontrar'

Junquera no es de los primeros que llega a la oficina, 'antes acompaño a los niños al colegio, es mi manera de responsabilizarme de algo'. La hora de dejar el despacho es 'lo antes posible', una definición que no se corresponde con las ocho y media o nueve que marca el reloj. El cargo que ocupa le obliga además a viajar con frecuencia para ver clientes, viajes a los que hay que añadir las reuniones estratégicas del despacho que se celebran normalmente en Madrid o en otras ciudades europeas. 'También viajo un par de veces al año a Estados Unidos y a otra reunión con clientes a nivel mundial'.

Baker & McKenzie fue el primer despacho de abogados internacional que desembarcó en España, en 1965. Junquera se incorporó al proyecto hace 16 años, después de su paso por un gabinete especializado en derecho administrativo que montó con otros dos socios. Baker & McKenzie tiene en Barcelona una plantilla de 95 personas, de los que 63 son abogados. En su trabajo como letrado cuenta con un equipo de cuatro personas con las que el contacto es diario. Como socio director de la oficina de Barcelona, su equipo se amplía en otras cinco personas.

Asegura que es imprescindible en los profesionales de hoy un buen nivel de conocimiento e idiomas. 'Pero no sólo eso, para mí son también muy importante los valores humanos, con las horas que pasamos trabajando es mejor hacerlo entre personas que entre máquinas'. Junquera valora mucho la inteligencia emocional y cuenta que es un concepto que su madre le explicó cuando tenía 12 años. 'Lo decía siempre, puedes ser muy inteligente y no llegar a nada'.

No es la única enseñanza obtenida de alguna mujer de su familia. De su abuela aprendió que la vida te lleva por caminos que no habías previsto y que hay que recibirlo con alegría. Y no lo dice precisamente porque vea el futuro negro. Su despacho ha notado la desaceleración en el descenso de grandes operaciones como fusiones y adquisiciones, pero en tiempos revueltos aumentan los cierres, los despidos, los conflictos laborales y aquellas empresas que quieren cerrar operaciones a buen precio. 'Un mercado con problemas es siempre un mercado de oportunidades'.

Una toga, 'recuerdo de viejos tiempos'

Detrás de la puerta del despacho de Xavier Junquera hay un perchero del que suelen colgar dos prendas. La primera es la americana del traje que lleva puesto y la segunda, una toga. Una prenda que ahora utiliza 'de tanto en tanto', pero que hace años era su atuendo habitual. 'Iba con frecuencia a los juzgados', explica con cierta nostalgia.Otro de los recuerdos de aquellos primeros años de ejercicio es la consulta de los tomos de Aranzadi 'llenos de polvo'. 'Yo era de los que buscaba con rapidez las sentencias', cuenta. 'Ahora se ha perdido ese encanto con las bases de datos'.Se nota que Junquera es abogado por vocación. Una vocación que, dice, cuesta encontrar en las nuevas generaciones. Asegura que es cierto, como muchos directivos cuentan, que los recién licenciados vienen con exigencias hasta ahora nunca vistas. 'Es la ley de la oferta y la demanda, es cierto que a veces se da una guerra entre despachos que ofertan y contraofertan'.Se muestra crítico con una generación 'sin ningún espíritu de sacrificio' y dice que en la suya se hubiera pagado por oportunidades 'que ahora ni siquiera identifican como tales'.

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