Faltan vocaciones en la carrera informática
Faltan informáticos. Es un hecho. Desde hace aproximadamente una década, las aulas de la mayor parte de las escuelas técnicas y de las facultades de ciencias de todas las universidades españolas están cada vez más vacías. Curso tras curso se registra una incesante disminución del número de alumnos matriculados. Sin embargo, es en este tipo de formación científico-técnica donde existe una mayor demanda de las empresas y del mundo laboral. En el presente curso académico, el 31% de los matriculados lo hicieron en carreras del ámbito de las ciencias sociales; el 24,6%, en ciencias de la salud, y el 22,8%, en titulaciones científico-técnicas.
En los últimos cinco años, las facultades de Matemáticas han perdido 5.630 alumnos; las de Física, 5.459, y las de Informática, 5.024 alumnos. Estas carreras habían nutrido históricamente multitud de promociones de informáticos de las empresas tecnológicas, consultoras e integradores de sistemas del país. Ya no es así.
¿La falta de vocaciones es debida a la pérdida de prestigio de la carrera informática? No nos podemos permitir el lujo de que la profesión informática esté desprestigiada, especialmente en este momento en que todo indica que los factores principales del desarrollo económico español (construcción y turismo) se están desacelerando, mientras que las previsiones de crecimiento de la industria de las tecnologías de la información (TI), tanto a nivel estatal como europeo, están por encima de las previsiones de crecimiento general.
Prestigiar la profesión debe ser el objetivo de las empresas del sector, pero también de las Administraciones públicas y la universidad
Las empresas del sector buscan incesantemente nuevos talentos y las universidades cada vez generan menos. Ante esta asimetría tan notable, es el momento de reflexionar sobre qué factores pueden aportar una explicación a este aparente desprestigio de la profesión de informático. Un factor que puede explicar esta falta de interés de los nuevos universitarios por las carreras del entorno TI es la cultura del up or out (literalmente, arriba o fuera y que se traduce por promoción o salida). El sector es muy competitivo y tiene la ¿merecida? reputación de incentivar la promoción interna en estructuras jerárquicas. Estos valores no están de moda entre los potenciales nuevos titulados.
Otro factor podría ser el nivel salarial: sueldos relativamente bajos en comparación al esfuerzo en horas implicadas. Dos variables dan respuesta a este factor. Por un lado, los bajos salarios podrían ser consecuencia de la baja productividad de los procesos y proyectos (no necesariamente de los empleados) y, por otro, de los efectos de la demanda, que toma las TI como una commodity (un bien estándar que sólo puede diferenciarse de la competencia vía precio y del que año tras año se puede exigir un descuento).
Para los posibles informáticos, aquellos con más visión, la tendencia al offshoring (la externalización de servicios TI al extranjero) genera incertidumbres sobre el futuro de los puestos de trabajo. Por ejemplo, la India dispone de recursos para atender servicios TI globalmente con alta calidad.
Pese a las dificultades, este sector todavía es un sector con grandes posibilidades de crecimiento: podemos ser un referente del sur de Europa en cuanto a calidad y profesionalidad gracias a conceptos como nearshoring (factorización de los desarrollos de software en centros relativamente cerca de los clientes).
Prestigiar la profesión debe ser el objetivo de las empresas del sector, pero también de las Administraciones públicas y las universidades. Las empresas debemos generar expectativas profesionales a nuestros colaboradores, tanto en la compañía como en el sector en general. Claramente, el prestigio de una empresa debe medirse también por el potencial de empleabilidad de su capital humano. Es vital ofrecer proyectos interesantes, una carrera profesional humana y compatible con la vida familiar y planes de formación continuada.
Las Administraciones, sobre todo las locales, deben generar espacios de atracción e interacción de instituciones y empresas, por ejemplo, desarrollando parques tecnológicos que permitan a las empresas acercarse allí donde reside y estudia el talento (¿cuántas universidades hay fuera de Madrid o Barcelona?).
La Universidad no está al margen de este fenómeno. La promoción de las carreras tecnológicas es básica, diseñando planes de estudio interesantes y orientados a la realidad del mercado profesional. La colaboración en los planes de formación de las empresas tecnológicas también supondría una buena manera de potenciar y hacer más atractiva esta profesión.
Hacer un esfuerzo en esta línea es clave y una oportunidad de superar, gracias al crecimiento en sectores de alto potencial de crecimiento, la previsible recesión que se cierne sobre nuestra economía.
David Oliva Lou. Director general de d-Core Network