Inmersos en la desaceleración
El Gobierno considera que, aunque los datos que se vienen sucediendo son malos, están dentro de lo previsto y permitirán cumplir su cálculo de cerrar el año con un crecimiento del 2,3% y una tasa de paro del 9,8%. Pero la sucesión de cifras negativas hace cada vez más improbable que se puedan alcanzar unas previsiones que han sido valoradas como optimistas desde muchos ámbitos.
Ayer se conocieron dos nuevos datos que mueven a la preocupación, el desempleo en abril y la producción industrial en marzo. El propio vicepresidente económico, Pedro Solbes, se vio obligado a reconocer lo obvio: 'No son buenos'. En realidad, son malos. Tras el breve paréntesis de marzo por la Semana Santa, el desempleo volvió al alza en abril, y lo hizo con virulencia. En términos desestacionalizados, aumentó en 93.000 parados, con el agravante de que abril es un mes en el que históricamente se crea empleo. De ellos, 56.000 son puestos de trabajo destruidos, según pone de manifiesto la pérdida de afiliados a la Seguridad Social.
Nuevamente, es el frenazo de la construcción el que acumula las mayores caídas, junto con los servicios ligados al sector inmobiliario y a la industria auxiliar. Es cierto que este parón tendrá unos límites temporales en lo que se refiere a la destrucción de empleo y que el resto de sectores todavía crea puestos de trabajo; pero también se constata cómo, de momento, la industria y los servicios no pueden compensar el desgaste.
La producción industrial tampoco arroja buenas señales. Entre enero y marzo ha vuelto a caer, con lo que técnicamente ha entrado en recesión. Es cada vez más constatable la actual incapacidad del sector industrial para compensar el empleo que pierde la construcción. El índice de producción industrial, de hecho, registró la mayor caída de la serie histórica iniciada en 1976. Los servicios, por su lado, tampoco presentan el dinamismo necesario. El enfriamiento del consumo no sólo afecta a los sectores manufactureros que se dedican a este tipo de productos, sino que toca también al comercio, la restauración o a otras actividades ligadas al consumo, que son grandes generadoras de empleo.
Aunque el panorama no es alentador, Pedro Solbes es firme en su convencimiento de que no estamos en recesión. Ni siquiera en crisis. Y es correcto si la economía crece al 2,8%, como pronostica el Banco de España y como posiblemente confirme el INE esta misma semana. No obstante, resulta complicado encajar un crecimiento cercano al 3% con una destrucción de empleo como la registrada en las oficinas del Inem, la Seguridad Social y la encuesta de población activa (EPA).
En medio de tantas señales negativas, toma más relevancia que nunca la convocatoria de los agentes sociales por parte del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, para hoy mismo. Es por ello necesario exigirles, tanto a los representantes empresariales como a los sindicales, una dosis extra de responsabilidad. Sólo si empujan en la misma dirección se podrán acometer con eficacia las reformas necesarias, especialmente en el mercado laboral, para contrarrestar la patente debilidad que está manifestando el empleo.