_
_
_
_
José Antonio Zarzalejos

'Soy incapaz de tener rencor'

Dirigió hasta el mes de febrero el diario 'Abc' y este lunes comienza a trabajar como consultor de comunicación. Es cálido, afectuoso, a veces se le humedecen los ojos, pero su caballerosidad le impide ser descortés

El próximo lunes inicia una nueva etapa en su carrera profesional como vicepresidente ejecutivo de la consultora de comunicación Llorente & Cuenca. José Antonio Zarzalejos, bilbaíno de 54 años, ex secretario general del grupo Vocento, ex director de Abc en dos ocasiones, y de El Correo, se encargará de asesorar a los clientes de la firma en temas relacionados con asuntos públicos, responsabilidad social corporativa, relaciones institucionales y reputación corporativa. Llega a la entrevista con un libro suyo en la mano, que va a regalar a uno de sus nuevos compañeros de trabajo, el ensayo Contra la secesión vasca, y comienza hablando de lo difícil que es gestionar el tiempo.

¿Y usted, que ha desempeñado a lo largo de toda su carrera profesional puestos de responsabilidad, cómo ha gestionado su tiempo?

Es una forma de inteligencia emocional. Perder el tiempo es ganarlo también. Para ser un buen ejecutivo hay saber saborear lo dulce y amargo que te da la vida. Es necesario estar en contacto con la familia, los amigos y estar al día culturalmente. Tenemos que ser hijos de nuestro tiempo histórico. Y hay que saber emplear bien el tiempo. Soy un apasionado del cine, el teatro, de los conciertos, de mantener conversaciones con la gente, sobre todo de diferentes generaciones, que son las que te aportan grandes experiencias. Cuando se dirigen equipos es necesario tener un gran conocimiento del material humano, eso es tan importante como tener habilidades técnicas y de gestión.

'El paso a la consultoría es natural, aunque en España todavía se vea como algo excéntrico. Las empresas necesitan suministro de inteligencia corporativa '

'Pensar en el pasado lleva a la melancolía, y en el futuro, a la angustia'

¿Cuando dirigía Abc disponía de tiempo para atender todas estas inquietudes?

Siempre he sacado horas para todo. Cuando dirigía el periódico rara vez no iba a ver una película o al teatro. Después de la reunión para ver la primera página del diario, iba al teatro o al cine. Todos los meses leo una media de dos o tres libros. A lo que si he renunciado es a la televisión. Soy un trapero del tiempo. También soy afortunado porque tengo una gran familia, ya que mi mujer y mis hijos han actuado como cordón sanitario, han sido muy generosos con mi profesión, y he podido hacer todo aquello que deseaba. No concibo la dirección de un periódico sin estar vinculado a todas estas manifestaciones. Es inexplicable ser periodista y vivir de espaldas a estas realidades. Además, me conozco muy bien Madrid.

¿Pasea por la ciudad?

Ahora menos, pero me conozco muy bien Madrid y toda su multiculturalidad. Es una ciudad muy rica, con Lavapiés, toda la zona de Triball se refiere a la iniciativa puesta en marcha por un grupo de comerciantes, consultores y promotores inmobiliarios que pretenden lavar la cara a una de las zonas más degradadas de la ciudad, a espaldas de la Gran Vía, o la regeneración de Legazpi, todo esto es francamente interesante. Sigo llevando escolta y, en ocasiones, no puedo hacer lo que me apetece de verdad, como es pasear.

¿Fue duro tener que abandonar su puesto directivo en Abc?

La vida siempre hay que tomarla en sentido positivo. Evidentemente, hay aspectos duros, difíciles, pero hay extraordinarias oportunidades que no se pueden dejar escapar. Para mí es un capítulo cerrado, que sólo ha dejado un poso de elementos positivos. Tengo un sentimiento de adquisición, no de destrucción. He estado en Abc, El Correo y en Vocento, y en estos momentos soy el resultado de esas experiencias. No me gusta prescindir de nada de lo que he vivido, pero de algunas cosas me siento liberado.

¿Por ejemplo?

De ponerme el frac para asistir a recepciones oficiales. O, por ejemplo, el besamanos en el Palacio Real. Todos estos asuntos de protocolo me parecen una auténtica tortura. Me pesaba y ahora estoy liberado.

También se ha librado de las fuertes críticas que ha sufrido sobre su persona.

He vivido una intromisión constante en mi honor e imagen, e injurias, incluso graves. Vengo del País Vasco, y allí se vive la presión de las balas, algo mucho peor que lo que tocó vivir a mí. Las palabras son duras pero no matan, aunque busquen la muerte civil de la persona. En una situación así, hay que estar muy seguro de las propias capacidades, tener una superioridad moral sobre el que te insulta. Es la fórmula para soportar este tipo de descalificaciones. En el mundo de la comunicación sino eres polémico, sino eres diana de filias y de fobias no eres nadie. Puede chocar lo que digo, pero le debo a algunas personas, que me han insultado con fruición, buena parte de mi prestigio en sectores de la sociedad que son los más interesantes del país. Soy incapaz de tener rencor, pero si desprecio. He llevado esta situación con naturalidad y entereza. Lo he soportado durante dos décadas.

¿Por qué cree que le cesaron en Abc?

Esas interioridades prefiero eludirlas, ya que forman parte de la lealtad que tengo hacia los puestos que he ocupado y las empresas para las que he trabajado. Ahora me interesa la nueva etapa que comienzo. El otro asunto lo manejo con la discreción que se debe esperar de un ejecutivo fiable. Hay muchas personas que aprecio dentro del grupo Vocento y de Abc, con las que he trabajado muchos años. Cualquier valoración que yo hiciera y afectara a la empresa no sería leal por mi parte. Creo que es un grupo con un gran potencial a desarrollar.

Y ahora se pasa a la consultoría de comunicación.

Después de una vida activa en el periodismo, es el momento de abrir otro capítulo. Llevo 20 años en la gestión de medios de comunicación y acumulo una gran experiencia en relaciones, que tienen un gran valor en cuanto a conocimiento e interpretación de la vida pública y social. Ahora me apetece ponerme al otro lado de la mesa, sobre todo en una compañía como Llorente & Cuenca, con un gran prestigio, solvencia y una cultura empresarial interesante. Creo que voy a aportar experiencia al equipo y, por otro lado, me va a dar otras cosas que a mí me faltan.

¿De qué escasea usted?

De experiencia en el sector. Hemos realizado un casamiento de intereses recíprocos. En España sucede menos que en otros países, en los que personas con una trayectoria solvente pasan al mundo de la consultoría. En España parece algo excéntrico, pero es un paso natural. La consultoría está poco desarrollada. Las empresas no han descubierto todavía que necesitan suministro de inteligencia corporativa, algo que les puede aportar la consultoría de comunicación. He abierto una nueva etapa compatible con otras actividades, como escribir, que se salva de conflictos de intereses.

¿Ya se ha empapado de las normas deontológicas del sector?

Sí, porque tienen elementos comunes con el periodismo, como es el rigor y la confidencialidad. No estamos en esferas diferentes, son sectores paralelos, con un gran parentesco. Yo me entrego en cuerpo y alma a lo que hago, y vengo a trabajar. No dejaré de escribir, siempre que no haya conflictos de intereses. Escribiré en periódicos, aunque tengo descartado el periodismo de trinchera. Puedo analizar la realidad española con el sosiego y la independencia que ahora tengo y antes no tenía. Me voy a entregar a Llorente & Cuenca, y a colaborar con el equipo de dirección. Me llama la atención que la gente me pregunte si voy a trabajar en este nuevo puesto.

¿Cuál será su agenda?

Llegaré a la oficina sobre las 8.30 de la mañana, y me marcharé antes de lo que lo hacía cuando trabajaba en el periódico. Vengo a integrarme plenamente y a desempeñar todas las tareas que me encomienden, como serán las labores de representación, que formarán parte de mi trabajo.

¿Cuando se lo ofrecieron, se lo pensó mucho?

Primero hice un trabajo de campo, consulté sobre cómo funcionaba el sector, aunque tenía una cierto conocimiento sobre la compañía por mi puesto anterior. Me gustaba la profesionalidad con la que trabajan y su cultura empresarial y deontológica. No fue una novedad para mí. Los socios, Olga Cuenca y José Antonio Llorente, tienen una visión a medio y largo plazo y un gran conocimiento de la consultoría a nivel internacional, y aprecian que la gente que procede del periodismo puede aportar cosas, ya que somos versátiles y gestores del conocimiento. La dirección de un periódico y la entrada que te da al mundo empresarial permite conocer a mucha gente y tener capacidad de comunicación.

¿Qué lección no olvida?

No me arrepiento de haber sido un periodista ingenuo, vocacional y con ideas, que iban más allá de lo puramente económico. Soy un romántico de la profesión, y eso que le hablo con un poquito de decepción.

¿Por qué?

Porque el periodismo se ha funcionalizado. Es necesario recuperar el elemento pasional de la profesión. Es tan importante, que es la única profesión, que tiene dos garantías constitucionales: el secreto profesional y la cláusula de conciencia. Hemos de tener una consideración elevada de nuestra función.

¿No irá a echar de menos una redacción?

He pisado tantas que no la echo de menos. No sé qué pasará dentro de dos o cuatro años. Tengo afecto, pero no lo echo de menos. El periodismo es muy duro y cuando dejas de experimentar esa dureza lo disfrutas mucho más. Pensar en el pasado lleva a la melancolía, y pensar en el futuro conduce a la angustia. Es importante vivir el presente. Yo soy una persona muy optimista. Ahora también escribo en un diario digital. Me parece interesante todo el mundo de la red.

¿Ha perdido el placer de tocar el papel?

El papel sigue siendo importante, aunque ahí estoy en una moratoria porque internet es apasionante.

'No se facilita la conciliación a la mujer'

Cree que una de las asignaturas pendientes que tiene la clase empresarial en España es la incorporación de las mujeres a puestos de responsabilidad. 'El sistema no permite la conciliación de la mujer'. Según Zarzalejos, 'cuando la mujer es madre no le facilitamos la conciliación y el hombre no se implica en reequilibrar esa situación familiar'. Opina, además, que los embarazos no son bien vistos dentro de las organizaciones. 'Hay que empezar a ser más coherente entre lo que se dice y lo que se hace. Hay que facilitar la conciliación para tener a mujeres en puestos de dirección, que sean también madres felices y realizadas'. Reconoce en las mujeres un gran potencial, 'ya que realizan un esfuerzo de priorización, y es una pena que muchas profesionales tengan que sacrificar sus carreras profesionales'. Y anima a que haya más mujeres directoras de periódicos

Archivado En

_
_