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Eduardo Zaplana. La imagen de Telefónica en Europa

La imagen de la ambición

A Eduardo Zaplana, la Comunidad Valenciana se le quedó pequeña casi el mismo día en que accedió a la presidencia de la Generalitat en 1995. El hombre que llegó a la alcaldía de Benidorm en 1993 tras una moción de censura en la que contó con el apoyo de una tránsfuga del PSPV-PSOE, siempre aspiró a lo más alto. Por eso, su decisión de quedarse como 'diputado raso' tras la derrota del PP en las pasadas elecciones generales sonó extraño para los que le conocen. Al fin y al cabo, Zaplana siempre ha dicho que si dejaba la política no le faltarían ofertas.

Zaplana (Cartagena, 1956) está en política desde su juventud. Militó en el Partido Democrático Liberal de Garrigues Walker y en la UCD. Pero su figura empezó a tomar fuerza cuando ingresó en el Partido Popular. Tras la operación de Benidorm, no exenta de polémica, Zaplana puso el punto de mira en un PP sin rumbo en la Comunidad Valenciana. Se hizo con la presidencia del partido y presentó su candidatura a la Generalitat. Ganó y apartó por primera vez a los socialistas del Gobierno valenciano, pese a la sombra de la duda que pesaba sobre él por unas grabaciones telefónicas del caso Naseiro, desestimadas por los jueces.

Desde la presidencia de la Generalitat empezó a proyectar su imagen fuera de la Comunidad Valenciana. Acuñó el lema El poder valenciano, una filosofía que pretendía conseguir más influencia de la Comunidad Valenciana en el Gobierno central y, de paso, promocionar su imagen. En esos años tomó decisiones como construir Terra Mítica o contratar a Julio Iglesias como imagen de la Comunidad Valenciana en el mundo.

Estos dos ejemplos ilustran muchas de las polémicas que envolvieron su gestión en la Generalitat. El parque temático acabó suspendiendo pagos y con enormes sobrecostes, al margen de una investigación judicial por supuesto cobro de comisiones que sigue abierta. El coste del contrato con Julio Iglesias, por su parte, nunca ha sido suficientemente explicado. Para afrontar estos proyectos y otros, como la Ciudad de las Artes y las Ciencias, la Generalitat empezó una carrera de endeudamiento que hoy supera los 11.000 millones de euros. Zaplana, recuerdan diversas fuentes valencianas, también ejerció un estricto control sobre entidades empresariales, incluidas las patronales, pero en especial de las cajas de ahorros, Bancaja y CAM.

En 2002 fue llamado por José María Aznar para ocupar el Ministerio de Trabajo. En los dos últimos años en el Gobierno central fue también portavoz del ejecutivo y tuvo un papel destacado en la gestión del 11-M, que acabó marcándole en su papel de portavoz parlamentario del PP. Descabalgado de la primera línea en el partido, Eduardo Zaplana ha optado por cambiar lo público por lo privado.

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