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Columna
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Aterrizaje forzoso de Alitalia

Roma está tramando otro plan para mantener a Alitalia a flote. Esta vez, el Gobierno parece haber aprobado un préstamo de emergencia de 300 millones de euros para mantener en el aire a la casi quebrada aerolínea hasta que llegue el nuevo Gobierno encabezado por Silvio Berlusconi a principios de mayo. Suena a subsidio ilegal.

Bajo el principio una vez, la última vez, a Alitalia no se le permite recibir ninguna ayuda de Estado hasta 2011, 10 años después de la última ayuda oficial, en 2001. Italia podría argüir que el préstamo no es una ayuda de Estado en sentido estricto, sólo un acuerdo comercial redactado en términos aceptables para un inversor privado. Pero con el petróleo a 120 dólares el barril, y la costumbre manirrota de Alitalia, es poco probable que ningún prestamista privado fuera a ninguna parte con la compañía -a menos que la deuda fuera respaldada con la garantía de un Gobierno-.

El Gobierno italiano, que tiene un 49,9% de la aerolínea, puede también argumentar que el préstamo es necesario para prevenir el caos de la cancelación de vuelos. Pero el Ejecutivo italiano podría enfrentarse a la consecuencia de su negativa a tomar decisiones más duras en Alitalia. La quebrada compañía europea Sabena fue humillantemente retirada del servicio mientras esperaba ser reestructurada. Un sufrimiento similar enviaría una contundente señal a los sindicatos de Alitalia acerca de la necesidad de una radical modernización.

Tampoco está claro que un préstamo fuera algo bueno. Por supuesto, la aerolínea puede flojear otros tres meses, asumiendo pérdidas de alrededor de tres millones de euros diarios. Berlusconi insiste en que tiene un grupo de inversores italianos esperando entre bastidores para poder examinar los libros de Alitalia. Pero el Gobierno actual ha fracasado miserablemente en la venta de la aerolínea después de intentarlo durante 16 meses.

Jacques Barrot, el comisario de Transportes de la UE, podría ser decisivo. Siguiendo la notificación de Italia, puede y debería rechazar el préstamo. Si de todas maneras Roma insiste en sus intenciones, la UE puede iniciar un procedimiento de infracción y llevar a Italia ante los tribunales. El caso podría extenderse probablemente durante meses, pero el empeño es loable. No se debería permitir que Italia se burlarse de las normas de la UE con ayudas de Estado.

Por Fiona Marhag-Bravo

Esperar y ver

El límite de 100 dólares por barril de petróleo se mantuvo durante casi cinco semanas. Pero el precio del crudo West Texas ha subido un 18% desde comienzos de abril. Como siempre en un mercado alcista, los optimistas pueden buscar razones relativamente buenas para explicar el último incremento. Esta vez no es un repunte de la demanda, aunque lo que se vislumbra depende de la inagotable buena voluntad de los países desarrollados para pagar cualquier precio, no importa cómo de caro, por su petróleo.Pero por ahora, su alto precio y una ralentización de la economía de EE UU parecen hacer mella. Desde principios de año, la Agencia Internacional de la Energía ha recortado sus previsiones de volumen de crecimiento en 2008 del 2,3% al 1,5%.El cambio está en el suministro de petróleo. Los productores se están mostrando menos receptivos a las señales del mercado. Si cabe, el alto precio parece haber animado una más relajada actitud hacia aumentos del suministro. Arabia Saudí tampoco puede o no quiere acelerar su planeado incremento de producción; un punitivo régimen fiscal ruso -los productores obtienen apenas un penique de los altos precios- ha llevado a un deterioro allí, y las intromisiones políticas han retrasado a los operadores en Irán y Nigeria.Pero para el petróleo, la mayor acción en los últimos meses no ha estado en las gasolineras o en los campos petroleros, ha estado en los mercados financieros. La congelación del crédito ha afectado a la vivienda, algunos hedge funds y muchos bancos, pero los especuladores no han visto ningún ajuste en términos reales.Por qué estos operadores financieros han eludido la congelación crediticia es un misterio, pero su entusiasmo es bastante claro. Los compradores han dado el salto hacia uno de los pocos mercados con ganancias. Los bancos centrales y los políticos han limitado su respuesta a desaprobar ruidos, animando la fiebre especulativa.La extensión de la crisis crediticia ha mostrado cómo de repente y bruscamente los excesos financieros pueden darse la vuelta. Cuanto más aumente el precio del petróleo por encima de 50 dólares el barril, el coste de añadir nueva capacidad, es más probable una rápida caída. Lo que resulta de todo esto es que productores, consumidores o financieros deben cambiar sus formas demasiado rápidas para que las absorba el mercado.Por Edward Hadas

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