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Cinco Sentidos

El precio que hay que pagar por no ser Carla Bruni

Medio centenar de mujeres de mediana edad y un solo hombre, el psiquiatra Jesús de la Gángara, desayunaban ayer en un céntrico hotel de la capital madrileña. Les había convocado la firma de cosméticos Olay con la intención de intercambiar opiniones sobre las preocupaciones, necesidades y aspiraciones de la mujer madura. En la tribuna de invitados, Pilar González de Frutos, presidenta de Unespa y vicepresidenta de CEOE, desgranaba las experiencias de una mujer casada y con un hijo que ha sido directora general de Seguros y que ya rebasó los 50.

González de Frutos comenzó con voz pausada su intervención haciendo gala de sus triunfos profesionales y sabiéndose una mujer afortunada. Pero de pronto, mientras recordaba que 'a ciertas edades la frustración florece de golpe', sacó de su cartera una fotografía, un retrato institucional como los que suelen aparecer en la prensa salmón, y la mostró al público.

El auditorio vio entonces a una mujer de mediana edad, vestida sobriamente con un traje de chaqueta. Pilar González de Frutos dijo: 'æpermil;sta soy yo' y guardó su foto. Entonces, en un guiño de complicidad con el auditorio, sacó otra igual de grande que la primera y mostró a mujer bellísima que tocaba la guitarra. 'Evidentemente, ésta no soy. Es Carla Bruni. No sé si me gustaría se r como ella, aunque a quien le encantaría que lo fuera sería a mi marido' reconoció divertida.

El fantasma de la depresión revoloteó ayer una y otra vez sobre las cabezas de las mujeres del encuentro. '¿Es la vejez una enfermedad?', se preguntó retóricamente Jesús de la Gándara, y contó la anécdota de una paciente que en cierta ocasión le confesó que se había puesto silicona y su marido ni siquiera se había dado cuenta. 'Las mujeres antes de pasar por quirófano deberían sentarse en el diván del psiquiatra'.

La mujer española siente que su plenitud se apaga a partir de los 36 años y son muchas las que se consideran viejas a los 50. Ellos no son más optimistas: opinan que ellas están en su mejor momento a los 33, según datos facilitados por Olay, promotora de un programa de becas para la recuperación académica de la mujer. ¿Y después de los 50, qué?, se preguntó la presidenta de Unespa. 'Después, si eres rica y occidental, todo hay que decirlo, adquieres una visión de largo alcance que es un privilegio, sumas una capacidad de conciliación y diálogo que la sociedad agradece, y atesoras libertad y espontaneidad', le respondió la diputada del PP, Soledad Becerril. Becerril, la primera mujer que se sentó en un consejo de ministros en España y que un día tuvo que dar carpetazo a las entrevistas porque los periodistas sólo deseaban fotografiarla jugando al tenis, desveló ayer que su revés ya no es el que era y que no ha sido fácil aceptar los cambios físicos.

'El secreto de la madurez está en ganar el combate a ese terrible enemigo que se llama tiempo', afirmó rotundo Jesús de la Gándara. 'Se trata de armonizar la edad biológica, la edad biográfica y la edad real, conciliar la triple jornada, poseer una economía propia y ser activa intelectualmente. Para escamotear la depresión la mujer debe fortalecer el llamado factor de desarrollo neurotrófico cerebral, que nos permite adaptarnos a las exigencias evolutivas de manera rápida. ¿Cómo? Con estudio, deporte y sexo', apuntaló el médico.

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