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El Premio Alfaguara homenajea a Jesús e Isabel Polanco

Cuando Antonio Orlando Rodríguez era joven y vivía en La Habana, uno de los momentos de máxima alegría era tener entre las manos un libro publicado por Alfaguara. Títulos de Isak Dinesen o Marguerite Yourcenar sobre portadas que no necesitaban de sofisticados diseños para atraer al lector. Era otra época y el escritor estaba lejos de imaginar que algún día la editorial que él identificaba con 'altos vuelos artísticos y rigor editorial' publicaría sus libros y le otorgaría su premio de novela, recordó ayer en su discurso tras recibir el galardón literario de manos del presidente del Grupo Prisa, Ignacio Polanco.

La entrega del XI Premio Alfaguara a Antonio Orlando por su novela Chiquita, celebrada en la sede del Grupo Santillana en Madrid, empezó con un homenaje al anterior presidente de Prisa, Jesús de Polanco, fallecido en julio de 2007, y su hija Isabel, consejera delegada del Grupo Santillana, fallecida el pasado mes de marzo. 'Dos personas fundamentales para la casa y para el premio', señaló Ignacio Polanco antes de dar paso a un vídeo de recuerdo a ambos.

'La existencia del Premio Alfaguara se debe a la voluntad de Jesús e Isabel Polanco', insistió el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, quien ha presidido el jurado de la edición 2008. Al premio se presentaron más de 500 manuscritos, lo que Ramírez interpreta como una 'señal de la prosperidad continua de nuestros países'. El jurado destacó que Chiquita es 'una novela elegante, llena de vida y gracia narrativa' que tiene como protagonista a un personaje extraordinario, una artista liliputiense cubana de principios del siglo XX.

Ángeles González-Sinde, presidenta de la Academia de Cine y miembro del jurado, invitó a los asistentes al acto a asomarse a las numerosas ventanas de la novela, viajar en el tiempo y conocer a un personaje que es muy diferente, pero que comete los mismos errores. 'La novela te atrapa por su diferencia y proximidad', recalcó.

A Antonio Orlando le hace feliz la apuesta del jurado por una novela que 'privilegia la fantasía, el gusto por la peripecia y el humor', y simboliza la idea de que 'la grandeza no tiene tamaño y todos los pequeños, sean humanos o naciones, tienen derecho a ser escuchados'.

El escritor cubano residente en Estados Unidos desde hace 17 años siente que el Premio Alfaguara es también para la literatura cubana, a pesar del desinterés que los políticos de ese país han demostrado hacia la concesión del galardón. 'La literatura está por encima de los Gobiernos y las ideologías', declaró.

A la entrega del premio asistieron el ministro de Cultura, César Antonio Molina; las diputadas del Partido Popular Ana Pastor y Beatriz Rodríguez-Salmones, y la dirigente de Izquierda Unida Inés Sabanés, además de escritores y representantes del mundo de la cultura, como el director de la Academia de la Lengua, Víctor García de la Concha, Víctor Manuel, Emma Cohen, Álvaro de Luna y Diego el Cigala.

El Premio Alfaguara, 'un hito en la cultura latinoamericana', según Sergio Ramírez, ganador en la primera edición junto a Eliseo Alberto, está dotado con 175.000 dólares (unos 132.000 euros) y una escultura de Martín Chirino.

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