Las dos caras del Barón Ashler
El enemigo se ha quitado la máscara, y su rostro es aún más terrorífico de lo que cabía imaginar. El mundo se enfrenta a una crisis de doble filo, donde desaceleración e inflación, con embates de intensidad similar, han dado al traste con un largo periodo de bonanza que ha quedado extinto en apenas unos meses.
Inflación y desaceleración, las dos caras de la misma amenaza. No son cara y cruz, ni yin y yan. Ambas son perniciosas para la economía mundial. Como el rostro del Barón Ashler, aquel personaje de la serie de animación japonesa Mazinger Z cuyo rostro, partido por la mitad, tenía dos caras, una de hombre y una de mujer, pero ambas igual de demoníacas.
Desde el punto de vista del inversor, combatir al Barón Ashler de esta coyuntura económica es como el que trata de matar a Godzilla con una escopeta de perdigones. Tarea ímproba y probablemente inútil.
El último dato de inflación en España arroja un 4,6% en tasa interanual. Es decir, que si se mantiene esta tasa, las carteras deberían rendir este año por encima de esa cifra para obtener rentabilidad. Todo lo que esté por debajo de la inflación, en términos reales, son pérdidas.
El problema es que la crisis crediticia y la desaceleración no son escenarios que acompañen a la revalorización de activos. Así que estamos en una situación de depreciación de carteras y subida del coste de la vida.
¿Hay activos en el universo financiero capaces de batir a la subida de precios? Si echamos la vista atrás, el paisaje es algo deprimente. Ni una sola de las categorías de fondos de inversión financieros a la venta en España ha logrado, de media, batir a la inflación en los últimos 12 meses. Sí lo han logrado, paradójicamente, los fondos inmobiliarios, cuya rentabilidad no se nutre de la apreciación de los inmuebles, sino de las rentas por alquiler de los mismos. El ladrillo en sí mismo ya no es una inversión rentable. En 12 meses los precios subieron un 4%, de nuevo por debajo de la inflación.
¿Y de cara al futuro? Los depósitos bancarios apenas ofrecen rentabilidades por encima del 4%, los mejores. Y las Bolsas aún debaten si lo que tiene EE UU encima es o no una recesión, lo cual no es motivo para el optimismo.
¿Qué queda, entonces? ¿Confiar en los fondos de inversión libre y en la apreciación materias primas? Puede ser, pero no son armas que sepan manejar todos los inversores.
Miguel Rodríguez. Jefe de Mercados