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Tribuna
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Unos a expensas de otros

Conservarse y desenvolverse es aspiración común a todos los hombres (...), pero también, vivir y desenvolverse, cuando pueden, unos a expensas de otros'. Lo escribió Frédéric Bastiat en 1845 en La Ley. Aun aceptando esa idea del pensador francés, poco reconocido en su país, hay quienes no asumen su trasfondo fatalista y trabajan contra ella al considerar que, en una relación, ya sea personal o empresarial, es posible encontrar fórmulas de beneficio responsable.

Con esa intención, las cajas han dedicado en 2007 un total de 1.848 millones de euros a invertir, sobre todo, en aquellos grupos que la sociedad considera más necesitados y en actividades que pueden evitar procesos de exclusión, como la atención a los mayores, la prevención de situaciones de dependencia, integración de inmigrantes y fomento del empleo, entre otros asuntos.

Esto ha supuesto que, por primera vez en 24 años, las inversiones en cuestiones asistenciales hayan tomado el relevo de las realizadas en cultura. Primero, porque se ha logrado un nivel muy alto en esta materia: la inversión en iniciativas culturales ha situado a las cajas españolas en los primeros lugares de entre las entidades privadas que más recursos destinan a este ámbito, por delante de las 10 primeras fundaciones americanas especializadas en esta área. Segundo, debido a que las demandas de los ciudadanos en los últimos cuatro años se han decantado, principalmente, por las cuestiones asistenciales. Se ha realizado, por tanto, un giro hacia lo social, anticipado y esperado; sin descuidar, no obstante, las inversiones en medio ambiente, patrimonio, educación y, también, en la cultura.

Por primera vez en 24 años, las inversiones de las cajas en cuestiones asistenciales han tomado el relevo de las realizadas en cultura

Esta elevada inversión adquiere una mayor relevancia si se analiza la actividad de las cajas de ahorros españolas en el año 2007 y la de algunas destacadas entidades financieras del ámbito internacional. Según explica el Banco de España en su último Informe de Estabilidad Financiera, algunos bancos con exposición a productos estructurados vinculados a la transmisión del riesgo del crédito han registrado fuertes pérdidas que, en ocasiones, han requerido de ampliaciones de capital, en buena parte financiadas por fondos soberanos de economías emergentes.

En el caso de las cajas de ahorros, en 2007, los grupos consolidados obtuvieron un beneficio atribuido de 11.200 millones de euros, con un aumento del 19,2% sobre el ejercicio de 2006 y, tras realizar la distribución del beneficio de 2007, las cajas de ahorros dotaron a la obra social con 1.948 millones de euros, un 15% más que en 2006. Los 9.063 millones del beneficio de las matrices se han destinado a reservas, que han crecido un 67,2% en relación al año anterior. Esos beneficios de la matrices fueron de 10.990 millones de euros después de impuestos, un 54,5% de aumento. Además, las cajas en ese año mejoraron sus ratios de solvencia, ROE, ROA y eficiencia.

En definitiva, los hechos hablan por sí solos; mientras esas entidades financieras pertenecientes a naciones que integran el denominado grupo de los ochos países más industrializados (G-8) sufrían, y todavía sufren, una dura penalización por su conducta, las cajas españolas invertían, e invertirán, los recursos crecientes obtenidos de su actividad financiera en asuntos de especial trascendencia para los ciudadanos. Sólo para cuestiones asistenciales, las de mayor aumento, se dedicaron 670 millones de euros de los 1.848 totales mencionados.

Ese marcado contraste de unos y otros también puede explicar actitudes extravagantes de esas compañías, amplificadas por algunos medios de comunicación de ámbito internacional. Estas entidades, para reducir la disonancia que les ha producido su actuación, han intentado trasladar la atención que recaía sobre ellas hacia hipotéticas evoluciones negativas del mercado para las entidades financieras españolas. Bien mediante afirmaciones directas o por medio de otras entidades de su ámbito, han pretendido influir en la opinión pública. Con esta táctica se ha buscado validación social, en la idea de que si se consigue hacer creer que todos han hecho lo mismo, el comportamiento inadecuado no estará tan mal visto. Así, persiguen eludir la responsabilidad que conlleva el haber generado inestabilidad.

En unos tiempos en los que se reclama a las empresas una actividad socialmente responsable cabe preguntarse: ¿qué lugar ocupaban para esas entidades los intereses de accionistas, empleados, proveedores, clientes y ciudadanos?, ¿eran entonces conscientes de los efectos que esas prácticas iban a tener en la sociedad en su conjunto? A causa de ese comportamiento parece que la incertidumbre que rodea a la persistencia de las turbulencias financieras y su impacto sobre la economía real implica que los riesgos a la baja (del crecimiento mundial) son acusados, según el Banco de España.

Gracias a esas habilidades, sólo queda ahora afrontar una realidad más complicada e ineludible, cuyas causas son muy conocidas y ante las que las entidades españolas están bien pertrechadas. Si el ser humano pudiera, buscaría dos soluciones intuitivas para evitar problemas: cerrar las vías sensoriales del individuo y ordenar el mundo y hacerlo fácil y manejable. Algo que narraba con agudeza Gabriel García Márquez, quien hizo que su personaje, José Arcadio Buendía, para evitar los desvaríos que le provocaba una realidad que no era capaz de interpretar, marcara todas las cosas que le rodeaban con su nombre e incluía en el letrero la utilidad de cada cosa. Así, en el letrero que había colgado a la vaca se leía: ésta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y la leche hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer café con leche. José Arcadio falleció en medio de una lluvia de flores amarillas, pero sus soluciones no eran eficaces.

Las cajas de ahorros, sin embargo, sí lo son y han hecho lo habitual en ellas, ser coherentes y responsables, dos de los valores más apreciados por los ciudadanos. Han sido coherentes mejorando su negocio e invirtiendo los resultados obtenidos con responsabilidad, acierto y fidelidad a sus fines y a su misión. Sin duda, esto hace ganar reputación. En otros países, la coherencia y la responsabilidad no han sido valores importantes para algunas entidades e instituciones. George Soros lo ha denominado una vergonzosa renuncia a las responsabilidades. En esos casos, en los que han querido vivir a expensas de los demás, según la amarga constatación de Bastiat (¡¡realizada hace ya más de tres siglos!!), se ha perdido reputación.

Carlos Balado García. Director de Obra Social y Relaciones Institucionales de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA)

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