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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tímida apertura de la ventanilla

Uno de los efectos más negativos e injustos de la crisis de liquidez desatada el pasado verano es que el mercado no sabe o no quiere hacer distinciones. En medio de este maremágnum se trata por igual a las entidades financieras infectadas que a las que han mantenido sus balances a salvo y sus cuentas en negro. Los bancos españoles han sido de los perjudicados por esta falta de discriminación, ya que los mercados internacionales los miran con recelo simplemente porque el boom inmobiliario español está sufriendo un fuerte reajuste; al igual que Gran Bretaña o EE UU.

Pero, a diferencia de aquellos, el sistema financiero español dispone de fuertes métodos de control, incluidas provisiones obligatorias y voluntarias, que ofrecen gran solidez. Además, su cultura bancaria es mucho más conservadora, ligada al negocio comercial, y alejada de las complicadas -y no muy transparentes- estructuras financieras creadas en EE UU e importadas por otros.

Los mercados internacionales han castigado, sin embargo, a las instituciones españolas de igual manera que al resto y les han cerrado el grifo a las fuentes financieras. Acertadamente, ayer S&P hizo público un informe resaltando la solidez de los bonos titulizados en España, considerando que a pesar de las malas perspectivas inmobiliarias apenas supondría rebajar la calificación de muchas entidades sólo un escalón, de triple A a AA. Es una forma de reconocer los esfuerzos realizados por el sistema financiero español.

Esto se suma a las recientes colocaciones de emisiones de bonos de 2.500 millones de euros del Santander o de 1.250 millones de Caja Madrid. En ambos casos, la mayor parte se ha realizado fuera de España, lo que significa la vuelta -tímidamente- de la confianza de las entidades financieras. No es el final de la crisis de liquidez, ni significa que todas las entidades -españolas o no- vayan a ser tratadas con objetividad, pero es una puerta a la esperanza. Ahora, resta que se consolide y la liquidez vuelva a los mercados. Eso sí, con más control y sensatez que en años anteriores.

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