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Tribuna
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Ha llegado la hora de hacer justicia

A veces se olvidan las dificultades que entraña luchar por una sociedad y una economía libres en Europa. Pero no deberíamos olvidar que la justicia es la clave para vencer en esas dos batallas. Dado que es un valor universal, la justicia debe ser parte, en España y Europa, de todas las áreas de la vida, incluidas las normas de competencia.

Pero a menudo no se hace justicia a los consumidores y empresas que son víctimas de una violación de las normas de competencia. Cada año vemos cómo empresas, hogares y particulares pierden miles de millones de euros porque alguien incumple las normas, pero no disponemos de un medio para compensar a esas víctimas. Entre ellas podría encontrarse usted, lector o lectora de CincoDías, su familia o su empresa. Esto tiene que cambiar.

Por eso me hice la siguiente pregunta: ¿qué haría un ciudadano de a pie o el propietario de una empresa si fuera yo? Parece obvio que de entrada coincidirían en que hay un problema que debe solucionarse. El siguiente paso sería encontrar un método justo que no diese privilegios especiales a ningún grupo. Ese hipotético consumidor o empresario querría, además, una respuesta equilibrada, suficientemente ambiciosa para solucionar el problema, pero sin generar, al mismo tiempo, otros quebraderos de cabeza. Y por supuesto, exigirían que se respetase el sistema legal de su país de origen.

Un buen ejemplo de consumidores perjudicados es el caso Telefónica, en el que, como consecuencia de la conducta de esa compañía, ciudadanos y empresas españolas han pagado demasiado por el acceso a internet con banda ancha.

Pero los poderes de la Comisión Europea son limitados. Podemos castigar y disuadir, pero no administrar justicia. Y ese vacío es el que queremos cubrir. Una posibilidad sería otorgar nuevos poderes a la Comisión Europea, pero creo que sería un error. No es sostenible que las autoridades de competencia como nosotros sean las únicas encargadas de hacer cumplir las normas antitrust. Sencillamente, no podemos estar en todos los sitios a la vez.

Una solución mucho más viable es decir que ha llegado el momento de que consumidores y empresas puedan unirse a las autoridades en la defensa de una cultura de la competencia. Esa cultura dispondría así de ojos y oídos sobre el terreno que hacen falta para que se pueda hacer justicia.

Acabamos de plasmar nuestras propuestas para conseguirlo en un Libro Blanco que se basa en dos principios. El primero, garantizar la compensación completa de las víctimas de una infracción en competencia. El segundo, buscar un término medio entre las actuales dificultades para lograr esa compensación y los excesos del sistema estadounidense de class action litigios planteados en nombre de demandantes no identificados.

Las cuatro principales recomendaciones de nuestro plan son las siguientes.

Primera, indemnización única. Las compañías no deberían compensar a las víctimas por encima del valor del daño causado.

Segunda, recurso colectivo. Esto significa que las víctimas deberían ser capaces de agrupar sus reclamaciones. De no ser así, las reclamaciones de pequeño valor nunca serán compensadas. Pero para evitar un modelo como el estadounidense, proponemos que sólo se acepten recursos colectivos en los cuales las víctimas se adhieran de manera expresa a la reclamación (opt-in) o demandas en representación, planteadas por organizaciones de consumidores o asociaciones comerciales.

Tercero, acceso a las pruebas. No se debe permitir que la compañías oculten pruebas relevantes. Los jueces deben estar facultados para obligarles a aportar esas evidencias.

Cuarto, las decisiones de las autoridades nacionales de competencia tendrán carácter vinculante ante los tribunales.

Estas recomendaciones diseñan un planteamiento claramente europeo y en línea con la jurisprudencia del Tribunal de Justicia Europeo.

Si ustedes, lectores de CincoDías, están interesados en nuestra consulta, les animo a participar. Envíen sus comentarios por escrito a la Comisión antes del 15 de julio. Si quieren que este Libro Blanco se aplique, hagan oír su voz.

Yo quiero que se aplique porque soy una apasionada defensora de que se haga justicia a los ciudadanos y a las empresas de Europa, que se merecen un trato mejor del que reciben. Si usted está de acuerdo, apóyeme, por favor, en este esfuerzo.

Neelie Kroes. Comisaria europea de Competencia

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