Gestionar las vacas flacas

Catorce años continuados de pujanza son muchos. Los directivos de las empresas españolas se han acostumbrado a los números negros y, sobre todo, a que, ejercicio tras ejercicio, sus resultados hayan disfrutado de crecimientos, en muchas ocasiones, por encima de los dos dígitos. Gestionar en tiempo de bonanza es más fácil, pero ahora, cuando las aguas se vuelven procelosas, llega el momento de demostrar la verdadera valía de los ejecutivos.

Numerosos directivos, incluso algunos de los primeros espadas, no han vivido anteriores situaciones de desaceleración, como la de principios de los noventa. Eso significa que falta experiencia probada para afrontar la fuerte desaceleración económica que se está produciendo. Pero no implica, sin embargo, que las empresas españolas no estén preparadas para sortear los próximos tiempos. En eso se confía, pues por muchas medidas que adopte el Gobierno los que han de lidiar con la nueva coyuntura, y salir airosos, son los empresarios.

Para afrontar la actual situación, lo primero en lo que se debe confiar es en un buen diagnóstico del momento en que se encuentra cada empresa. Tomar decisiones precipitadas no es el mejor camino y puede llevar a adoptar medidas que conlleven males mayores de los que se pretenden evitar. Igualmente es prioritario mantener la calma y no perder la perspectiva. El corto plazo es importante, pero lo principal es el futuro.

Si las previsiones se confirman, en 2010 puede cambiar de nuevo el ciclo, por lo que un buen directivo debe preparar al conjunto de su empresa para ese momento de reaceleración. En este sentido, saber adaptarse a las circunstancias se hace más valioso que nunca. Aceptar que el crecimiento será menor no significa, ni de lejos, una derrota. Lo que sí sería un fracaso es permanecer inactivo estos meses, o años, y no innovar en productos y servicios para saber aprovechar la recuperación que, tarde o temprano, se producirá.