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Columna
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El interés de RWE por Reino Unido

Más crecimiento y menos CO2. Esta bonita máxima resume por qué el nuevo consejero delegado de RWE, Juergen Grossman, está interesado en British Energy. La compañía energética alemana ha entrado a la palestra con una oferta en efectivo de 11.000 millones de libras (13.700 millones de euros) por el grupo nuclear británico.

Sobre el papel, British Energy tiene todas las ventajas para RWE. La compañía quiere reducir la dependencia del mercado alemán y pretende invertir entre 15.000 y 20.000 millones de euros en otros mercados. Es también apremiante limpiar su actividad: RWE es el mayor generador de carbono de Europa. Los precios del carbono están disparados y dejará de conseguir créditos gratuitos para emisiones en 2013, lo que provocará un gran agujero en sus ingresos. El inconveniente es que mientras al comprar British Energy aumenta ciertamente la mezcla, no podrá de hecho ayudar a cumplir el ambicioso objetivo de recorte total de las emisiones de CO2 a cerca del 40% en 2015.

RWE podría apenas permitirse pagar por ello. Se propone mantener su deuda neta, incluyendo provisiones, por debajo de 3,4 veces el Ebitda para 2010. Empleando los beneficios estimados para el próximo ejercicio, tiene alrededor de 13.000 millones de euros libres para derrochar en British Energy antes de cualquier operación. Esto no dejaría mucho espacio para su ambicioso programa de inversión de capital, a no ser que pasara la gorra a sus accionistas. Los que podría ser ligeramente sorprendente, considerando que acaba de finalizar un programa de recompra de 2.500 millones de euros.

Incluso así, Grossman necesitará convencer a sus accionistas de que 700 peniques por acción es un precio sensible para British Energy. Es todavía dudoso cuánto cuesta realmente el nuevo programa nuclear de British Energy. La actual operación de RWE en Reino Unido, Npower, es débil, por tanto las sinergias escasean. La competencia de rivales como EDF o Eon incrementa el riesgo de sobreprecio. Centrica ha dado señales claras de que quiere consolidar su posición en el sector energético en Reino Unido.

Al final, es difícil ver cómo RWE puede competir con la experiencia nuclear y capacidad financiera de EDF, particularmente si se asocia con Centrica, en una indiscutible guerra de ofertas. Con esta perspectiva, los claros ganadores son los accionistas de British Energy.

Por Fiona Marhag-Bravo

Las disculpas de la banca

Al final, la gran banca mundial ha aceptado su responsabilidad por la crisis financiera global. Recibámoslo con cautela, pues las palabras son fáciles de decir, pero las acciones son las que tienen la sustancia. El Institute of Intenational Finance, que representa a 375 de las mayores instituciones financieras del mundo, ha reconocido en un informe que la industria es culpable de serios fallos en sus prácticas, tales como instrumentos estructurados sesgados o poco convincentes controles de riesgo. Quizá esperan evitar así reformas contundentes que saben van a llegar pronto. Un nuevo código de conducta significa corregir estos fallos, completándolos con reformas sensatas sobre los bonos diferidos y con controles crediticios más escrupulosos. El resto del mundo espera con la respiración contenida. Nosotros lo creeremos cuando lo veamos.El mea culpa de la industria financiera -y la promesa de un mejor comportamiento en el futuro- tendría más credibilidad si los bancos hubiesen mostrado alguna evidencia de contrición durante la crisis, algo que no se ha producido. Lo que hemos visto en su lugar han sido demandas por parte de los grandes bancos de mayor apoyo público, algo que han recibido, por cierto; a pesar de que han continuado concediéndose bonus a si mismos e inundando a sus accionistas con dividendos. Efectivamente, el día en que el Banco de Inglaterra accedía a las presiones de la gran banca en demanda de mayor ayuda, Barclays anunciaba que Bob Diamond, el presidente de Barcap, responsable directo de masivas depreciaciones, había recibo un bonus de 21 millones de libras (26,3 millones de euros) el pasado 2007. æscaron;ltimamente, la severidad de algunas medidas regulatorias, parece que se ha fraguado al calor de la opinión pública. Hasta el momento, los bancos han ofrecido una bonita, pero pobre defensa.Por Simon Nixon

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