El estigma de los 'hedge funds'
Los hedge funds están que trinan. Se quejan porque se les culpa de las turbulencias de los mercados financieros; porque, dicen, son el chivo expiatorio de los excesos de muchos, que no son sólo los hedge funds. Este es al menos el mensaje que ha lanzado AIMA, la asociación internacional de gestores de inversiones alternativas. En una nota publicada ayer, el organismo afirma que la industria de hedge funds experimenta una nueva oleada de críticas sin fundamento, en un momento en el que muchos gestores de hedge funds 'hacen lo que tienen que hacer': obtener rentabilidades absolutas en momentos de volatilidad extrema.'
Según esta asociación, se están criticando algunas prácticas de los fondos de cobertura que, hasta hace bien poco, eran consideradas como parte de la esencia de la innovación financiera. Y se refiere concretamente a la venta a corto de acciones, o lo que es lo mismo, la apuesta por la caída de una acción.
De lo que se quejan los hedge funds es de que se les acuse de ser causantes de los desplomes del mercado, de ser capaces manipular las Bolsas a su antojo. Y se defienden de dichas críticas: 'Con frecuencia, los hedge funds son objeto de atención por parte de los medios cuando aflora cualquier sospecha de irregularidades en el mercado', sostiene Florence Lombard, director ejecutivo de AIMA. 'Es vital que no se confunda la legítima venta a corto de activos con el presunto abuso de mercado cometido por, hasta el momento, actores no identificados'.
El problema es que los hedge funds, aun hoy, están envueltos en un aura de misterio y mala fama, derivada de su opacidad, de un lado, y de episodios como el hundimiento de la libra que protagonizó George Soros, del otro. Aunque el mercado se está volviendo más traslúcido. Primero porque el número de gestores ha aumentado exponencialmente; y segundo porque los inversores de los hedge funds son cada vez más institucionales, clientes exigentes que demandan información exhaustiva allá donde invierten.
Y, desde luego, no son ellos los únicos que hacen venta a corto en los mercados de hoy en día. Los mayores hedge funds, de hecho, son las mesas de tesorería de los grandes bancos. Pero los hedge funds son opacos por naturaleza, porque desvelar sus posiciones supone dar armas al enemigo. Y eso, se quiera o no, genera desconfianza.