Greenspan y el duro a cuatro pesetas
Nuño Rodrigo (01-04-2008)
Las hemerotecas son el peor enemigo de los políticos, periodistas y todo aquel que, directa o veladamente, exponga sus opiniones o previsiones a la ventisca pública. Los libros de memorias también son de digestión pesada, más llevadera por los jugosos y casi seguros ingresos que suelen generar.
'El poder amortiguador de los CDS quedó palmariamente de manifiesto entre 1998 y 2001, cuando se usaron para esparcir el riesgo de un billón de dólares a redes de telecomunicaciones en rápida expansión. Aunque una elevada proporción de esas iniciativas quebró en el derrumbe tecnológico, ni una sola gran institución de préstamo se metió en problemas a resultas de ello'. Es una de las dos referencias que La era de las turbulencias, de Alan Greenspan, hace a los mecanismos de titulización del crédito que han acabado derivando en la crisis crediticia actual.
La segunda referencia: 'Me consternó la reciente revelación de que los operadores de CDS estaban siendo peligrosamente laxos en el mantenimiento de registros detallados de los compromisos legales que se derivaban de sus transacciones inmediatas'.
Paradójicamente, el libro se publicó el día anterior al primer recorte de tipos efectuado por la Reserva Federal para combatir la crisis generada por estos mismos activos, luego es poco probable que se escribiese después del estallido de la crisis de julio.
Puede tener razón en que las titulizaciones crediticias son una forma eficiente de diluir el riesgo y, por tanto, rebajar el coste de crédito. Pero en el mundo del dinero no se dan duros a cuatro pesetas, y todo aquello que dinamiza la economía puede acabar por tumbarla. Y la eficacia de los CDS y otros activos similares para diluir el riesgo tiene dos contrapartidas: el descenso de la percepción de riesgo y la dificultad para identificar quién lo ha asumido.
El precio de tanta innovación ha sido, en palabras del propio Greenspan, 'la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial'. Es bien sencillo criticar a toro pasado a quien asume responsabilidades. Pero ya en 2004 había advertencias sobre la falta de transparencia de estos instrumentos. Y aunque en 2006 las titulizaciones pareciesen el maná de las finanzas, la labor del presidente de la Fed es, como dijo un predecesor de Greenspan, retirar el ponche cuando la fiesta está en su apogeo. No ir a por más.