Oportunidades en la incertidumbre
El índice selectivo de la Bolsa española ha coqueteado esta semana con los 13.500 puntos, perdidos a última hora del viernes. Esta cota del Ibex 35 se ha convertido de nuevo en una especie de tope de difícil superación, como los 12.500 parecen haberse consolidado como un suelo rocoso. Desde el severo ajuste de los precios de las acciones del 21 de enero, en el que puntualmente y con la ayuda de los operadores de Société Générale el índice selectivo español perdió los 12.000 puntos, los inversores han arrastrado los valores en una senda lateral en la que no han faltado las oportunidades para comprar y vender, pero que ha evitado dar señales sobre cuál es el marchamo definitivo de las Bolsas para este año.
Este primer trimestre del año se va a saldar como uno de los peores de los últimos ejercicios, cediendo más del 10%. Sin embargo, marzo acabará como uno de los meses más alcistas, con revalorizaciones cercanas al 3%. Más allá de los números, trimestre y mes dejan más incertidumbres que certezas. Como hechos ciertos quedan la constatación de que Estados Unidos ha emprendido el camino hacia la recesión, que Europa continúa en clara desaceleración, que las materias primas seguirán caras, que el euro está sobreapreciado y que la inflación se mantiene alta, lo que impide una bajada de los tipos de interés.
Pero hay otra gran certeza que genera incertidumbre y desasosiego en los mercados: la persistencia de la crisis financiera por la desconfianza entre los operadores, la falta absoluta de liquidez, la elevación de las primas de riesgo y del coste de financiación para las empresas, y la caída de un banco en Reino Unido y otro en Estados Unidos. Si en septiembre los analistas daban una vida de tres meses a la crisis financiera y en diciembre la prolongaban hasta que la banca aclarase, auditoría mediante, sus estados financieros, ahora nadie se atreve a dar una fecha en la que se encenderá la luz. Además, el consenso comienza a formarse en torno a la idea de que la resolución tardará un año completo.
Con este paisaje, la Bolsa camina en una nebulosa, con pies de plomo, sin tendencia clara. El escenario es más propicio para el largo plazo que para el corto, pero sin descartar revalorizaciones apreciables de algunas compañías antes de nuevos ajustes de precios. La tendencia natural del dinero en los últimos meses, especialmente del procedente de gestores conservadores y de los particulares, se ha movido hacia la seguridad de los depósitos y los fondos garantizados, aunque la voracidad de la inflación deje en casi nada sus retornos.
En el medio y largo plazo, los analistas siguen pensando en valores con acreditados y reiterados beneficios recurrentes, con dividendos seguros y elevados, y compañías de sectores menos sensibles a los ciclos, como las farmacéuticas, las telecos o la energía. En todo caso, recomiendan vigilar estrechamente el comportamiento de los resultados empresariales en el primer trimestre del ejercicio, que servirá de faro para el resto del año y que, como siempre, será referente de los inversores a largo plazo. Además, las empresas con ambiciosos planes de expansión y menos dificultades para la financiación siguen ofreciendo buenas oportunidades como destino del riesgo de los particulares.