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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La Reserva Federal echa el resto

Si el verano pasado, cuando los tipos en EE UU estaban al 5,25%, alguien hubiese predicho que en Semana Santa estarían al 2,25%, le podrían haber tachado de loco. Pero más relevante que la magnitud y la velocidad del recorte aplicado por la Reserva Federal (Fed) es que el mercado piensa que, por sí solo, no sirve de nada. Ni un desquiciado habría sido capaz de anticipar la dimensión que ha tomado la crisis crediticia y los acontecimientos que la acompañan: el quinto banco de inversión de EE UU ha sido vendido a precio de saldo, un operador descontrolado ha puesto en jaque a Société Générale, bancos europeos y estadounidenses piden dinero a los países del Golfo Pérsico para mantener sus ratios de solvencia, la mayor parte de las emisiones de deuda hipotecaria estadounidenses tiene un valor cercano a cero y filiales de firmas de capital riesgo quiebran sin que eso sea apenas noticia. Al final, el recorte de tipos es casi lo de menos.

Ayer se cumplió el guión. La Fed procedió a una rebaja extraordinaria de tipos y los ha dejado en el 2,25% con el objetivo de calmar los mercados, si bien el recorte estuvo algo por debajo de lo que esperaba el mercado -0,75 puntos frente a un punto-. Cuando todavía esperaban esta decisión, y probablemente confiando en su magnitud, las Bolsas asiáticas y las europeas conocieron un notable rebote después del batacazo del lunes. Todos los mercados europeos subieron en torno al 3% antes de hacerse pública la medida de la Fed.

La rápida solución a la crisis de Bear Stearns, adquirido por JPMorgan a precio de saldo, ha dado confianza al sector financiero, que tras el fuerte castigo del lunes se recuperó ayer con fuerza. Y eso, antes de conocerse los resultados trimestrales del líder de la banca de inversión, Goldman Sachs, y del cuarto del ranking, Lehman Brothers, que, sin ser buenos, sí han sido mejores que los esperados por el mercado. Claro que, cuando existe la sospecha de que se pueden encontrar problemas cercanos a la catástrofe, una caída de beneficios, aunque sea brusca, puede ser un alivio.

Es bueno que la Reserva Federal haya actuado sin complejos, y así lo viene haciendo desde que en septiembre inició su espiral de bajada de tipos. El problema es que la amplia batería de medidas que ha desplegado hasta ahora no ha bastado para alejar el fantasma de la recesión en EE UU y, mientras, ha ido agotando munición. Nadie podrá acusar a la Reserva Federal de Ben Bernanke de falta de rapidez a la hora de tomar decisiones en política monetaria. Otra cosa es que haya aplicado la medicina adecuada, es decir, que sus medidas vayan a ser eficaces, pues el grado de desconfianza dentro de los mercados financieros es extremo.

En este sentido, cada día toma más fuerza la probabilidad de que sea el mismo Tesoro el que vaya a tener que poner dinero público para resolver alguna que otra crisis y pagar errores de los banqueros. Una verdadera paradoja en una economía como la estadounidense, que refleja fallos clamorosos en la regulación. Ahora el mercado espera como agua de mayo el rescate público, pero hace sólo nueve meses cabalgaba en la ola de la innovación financiera y el dinero fácil, libre de las ataduras de la regulación. Queda por ver si esta crisis servirá para algo.

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