La Bolsa española que no es española
El Ibex es cada vez menos español. Esa es la tesis del artículo de portada de hoy de este suplemento, en el que se analizan las ventas crecientes de las empresas españolas en el extranjero. Nada menos que un 47% de la facturación de las grandes del Ibex procede de fuera, según los resultados a cierre de 2007. América Latina y Europa son los caladeros en los que pescan hoy en día las empresas españolas, en lo que constituye una evolución de negocio natural, habida cuenta de la cercanía cultural del primer caso y física del segundo.
El crecimiento del negocio exterior de las empresas españolas tiene una consecuencia positiva, por cuanto el impacto de la desaceleración de la economía española debería compensarse con el crecimiento de regiones emergentes como es América Latina.
Y así debería reflejarse en la Bolsa, creándose la paradoja de que el Ibex siga subiendo a pesar del empeoramiento de la situación doméstica. Ahora, que con la Bolsa nunca se sabe, y cuando a los inversores se les mete entre ceja y ceja una idea, como es que la economía española está entrando en dique seco, la tendencia general es a poner tierra de por medio. El dinero es cobarde.
Pero es un hecho incontestable: el Ibex en estos momentos no es reflejo de la economía española. Si no, no se explica que la representación de los dos sectores más potentes del crecimiento nacional, el turismo y el inmobiliario, sea nula. El último representante puro del ladrillo que quedaba en el índice, Colonial, hará las maletas el próximo 1 de abril y dejará su puesto a una compañía industrial como es Técnicas Reunidas.
Visto lo visto, el Ibex no debería tener idiosincrasia propia, sino que su devenir habría de estar más acompasado al de otros índices como los latinoamericanos o los europeos. Ya se habló en su momento de que la globalización iba a terminar con la descorrelación geográfica de las Bolsas. Y no ha sucedido. O, por lo menos, no del todo.
Y eso explica que la Bolsa española haya ganado esta semana enteros a sus homólogas europeas. Porque el factor doméstico, al fin y al cabo, aún pesa. Y aunque los analistas advirtieron de que el resultado de las elecciones iba a tener un efecto nulo sobre la Bolsa, el caso es que las eléctricas se han disparado tras la victoria de Zapatero porque los inversores ven campo libre para nuevas operaciones de concentración en el sector. ¿Hubiera sucedido lo mismo de ganar Rajoy?
Miguel Rodríguez Jefe de Mercados