La UE espera a un Zapatero con más peso específico
Bruselas espera que la victoria incontestable de José Luis Rodríguez Zapatero en las elecciones del 9 de marzo permita al presidente del Gobierno español asumir un mayor protagonismo en la Unión Europea y llenar el vacío sobre política comunitaria que ha dejado su primer mandato. Las fuentes consultadas lamentan 'la ausencia de España' durante la última legislatura en los grandes debates comunitarios, exceptuando la política de inmigración. Y creen que ha llegado el momento de que Rodríguez Zapatero colme las esperanzas que su llegada a la Moncloa despertó entre algunos socios europeos.
Se sigue viendo a Zapatero como el representante de una España moderna que ha dejado atrás el cerrado y sacristía. Pero la impresión general en Bruselas es que las expectativas suscitadas por el líder que en 2004 levantó el veto de Aznar a la Constitución europea se han visto frustradas por un Gobierno ensimismado, como quizá no podía ser de otro modo, por la borrascosa agenda interna.
'España no ha jugado un papel clave en casi ningún tema durante el mandato de Zapatero', señala Clara Marina O'Donnel, analista del Center for European Reform, un instituto de estudios independiente con sede en Londres. O'Donnel cree que los próximos meses ofrecen una oportunidad para que España recupere presencia, pero cree que 'eso dependerá en gran medida de la actitud del propio Zapatero, que hasta ahora no ha demostrado demasiado interés por estos temas'.
Pero en esta segunda legislatura, el calendario europeo fija para Zapatero una cita inexcusable. Desde el 1 de enero de 2010 y durante un semestre, España presidirá la UE. Y los funcionarios más veteranos de la capital comunitaria recuerdan que los preparativos para esa función empiezan casi dos años antes, así que 'la cuenta atrás para España ya ha empezado'.
Algunas fuentes, sin embargo, creen que el 'momento ZP en Europa llegará antes, a partir de mediados de 2009, cuando se hayan consumado los cambios pendientes tanto en Bruselas como en Washington'. Ese análisis señala como punto de inflexión en la vida comunitaria la entrada en vigor del nuevo Tratado de la UE, prevista para el primer semestre del año que viene y el consiguiente nombramiento del primer presidente de la UE. Y en la Casa Blanca, el 20 de enero de 2009 porque ese día se cerrará el sombrío mandato de George W. Bush y se espera que el relevo mantenga una relación más fluida tanto con España como con la Unión Europea.
El primer reto de Zapatero, sin embargo, parece la redefinición de su relación con París y Berlín. Algunas fuentes creen que el presidente español puede convertirse en el fiel de una balanza totalmente descompensada por las diferencias de carácter entre el torbellino de Nicolas Sarkozy y la calma de Angela Merkel. 'La fuerza potencial de Zapatero es aportar una visión europea que supere su filiación socialista', señalan esas fuentes. 'Si lo logra, podría convertirse en el mediador entre esos dos líderes aunque ambos sean miembros del Partido Popular europeo'.
El margen para esa maniobra empezará a delimitarse esta misma semana en la cumbre europea que arranca el jueves. Sobre la mesa, la polémica propuesta del presidente francés para una Unión por el Mediterráneo, recibida con suspicacias por la canciller alemana. El presidente del Gobierno español, como parte directamente interesada en la zona, podría ayudar a encauzar el principio de acuerdo entre Sarkozy y Merkel hacia una revitalización del proceso de Barcelona, que desde hace una década enmarca las relaciones entre las dos orillas del Mediterráneo.
'Pero Zapatero no puede depender sólo de Francia y Alemania, porque corre el riesgo de que se le vea como un mero apéndice de ese eje', advierte un alto funcionario de la CE. Esa fuente recomienda a España que 'abra su agenda de intereses y que intensifique sus relaciones con otros socios, sobre todo, en Europa central y del Este'. Los nombres de Polonia, Hungría o República checa se apuntan como candidatos par esa nueva red de alianzas. La misma fuente desaconseja, en cambio, una aproximación a Londres. 'En temas europeos está comprobado que no se puede avanzar con Reino Unido'.
O'Donnel, en cualquier caso, se muestra escéptica sobre la voluntad de la diplomacia española de diversificar su agenda. Y prevé que seguirá centrada en Latinoamérica y el norte de África.
Reparto de cargos
La otra asignatura pendiente de la diplomacia española, según algunos observadores, atañe a la búsqueda del equilibrio entre la actitud de bloqueo que caracterizó la última etapa del Gobierno de Aznar y la prioridad concedida por Zapatero a un concepto ta abstracto como el interés europeo. 'No se puede volver a ser el malo de la película', señala una fuente comunitaria, 'pero para pesar en Bruselas no se puede decir siempre que sí'.
Los próximos meses ofrecerán ya la primera prueba de fuego a la capacidad de influencia del nuevo Gobierno de Rodríguez Zapatero. En juego estará, si el nuevo Tratado de la UE se ratifica sin contratiempos, el nuevo puesto de presidente de la UE y el de ministro de Exteriores, cargo que en su versión actual ocupa Javier Solana.
Tras las elecciones de junio de 2009 al Parlamento europeo habrá que elegir, además, al presidente de esa institución y al de la Comisión Europea. La ruleta ya ha empezado a girar. Y más temprano que tarde, Zapatero tendrá que acercarse a la mesa para hacer por fin su apuesta europea.