Un comienzo incierto para los mercados
Hay una altísima probabilidad de que el resultado de estas elecciones sea negativo para los mercados españoles, tanto de renta variable como de renta fija, a corto y medio plazo. Los socialistas no son una 'cantidad desconocida' para los mercados, por lo que no se les va a dar el beneficio de la duda.
La inflación española es actualmente más del doble del objetivo del BCE, el paro está aumentando y la confianza de los consumidores está en mínimos históricos. Además, desgraciadamente, la herencia que dejó el Partido Popular ha sido consumida ya, por lo que el nuevo ejecutivo no podrá beneficiarse de ella simplemente aplicando su anterior política de laissez-faire. Si a esto añadimos la contracción de sector inmobiliario, que sin ninguna duda perdurará hasta al menos bien entrado el 2009, el panorama es ciertamente poco halagüeño.
Si además en España se llega a generalizar el fenómeno de la negative equitiy (fenómeno en el cuál los precios de las viviendas caen por debajo del principal que el propietario aún debe al banco, haciendo imposible su venta y condenando al propietario a seguir pagando unas cuotas mensuales que su bolsillo no le permite) entonces tendremos todos los ingredientes necesarios para una drástica caída en los niveles de renta disponible y de bienestar económico de la mayoría de los ciudadanos.
La última propuesta del partido socialista sobre esta materia, en la cual se planteaban correr con los gastos de la ampliación de los plazos de las hipotecas existentes hasta un plazo de 50 años, la cual tendría un coste promedio de unos 1.000 euros por familia hipotecada, parece una promesa de dudoso cumplimiento.
Esta situación difícilmente puede tener otra consecuencia que no sea una mayor caída de la confianza de los consumidores y acarrea el serio riesgo de que la economía española entre en una espiral descendiente de crisis de confianza similar (aunque por diferentes motivos) a la que se apoderó de Alemania a finales de los años noventa y de la cual este país está tímidamente comenzando a salir ahora.
La gran diferencia es que Alemania es un conocido productor y fabricante de bienes industriales y de consumo de altísima calidad; desafortunadamente hoy por hoy no se puede decir lo mismo de España.
Me gustaría equivocarme en esto pero el track record del partido socialista en política fiscal tampoco da muchos motivos para la esperanza. La presión fiscal durante la última legislatura subió dos puntos, y es difícil imaginar que el nuevo Gobierno vaya a dar marcha atrás en esto.
Es cierto que las arcas del Estado están actualmente llenas, pero eso se debe mucho más a las subidas de impuestos, tasas y otros gravámenes impuestos por el Estado que a la buena gestión del Ministerio de Economía y Hacienda. Además, históricamente se ha demostrado que los gobiernos, sean del color que sean, no suelen ser unos óptimos gestores del dinero de los ciudadanos, por lo que seguramente sería más beneficioso para la economía reducir la presión fiscal y permitir a los ciudadanos elegir directamente en que invertir los frutos de su trabajo.
Desafortunadamente, por mucho que diga el presidente del Gobierno que 'bajar los impuestos es de izquierdas', no parece muy probable que esto vaya a pasar.
El aspecto positivo es que el PSOE ha conseguido una mayoría muy cercana a la absoluta y por lo tanto se verá mucho menos condicionado por las exigencias de los pequeños partidos minoritarios en quienes se ha tenido que apoyar, algunas veces muchísimo más de lo deseable, durante la legislatura recientemente concluida.
Habrá que ver también si Pedro Solbes repite como Ministro de Economía (lo cuál, aunque su gestión durante la última legislatura no puede ser calificada de brillante, al menos representa una 'cantidad conocida' para los agentes de mercado), o si por el contrario Zapatero se decantará por alguna otra persona de reputación más o menos probada.
Alastair Seymour, Director general de Henderson