Después del 9-M... la economía
La economía que heredará el nuevo gobierno. Los datos macroeconómicos parecen proclamar el deterioro de la situación global de la economía española. Su reactivación será, según los autores, la principal tarea que deberá emprender el nuevo Gobierno que surja de las urnas tras las elecciones del domingo
No parece ningún secreto que los próximos datos macroeconómicos van a seguir protagonizando las decisiones que los españoles tomen este 9-M.
Los datos parece que no hacen más que proclamar un agudo deterioro de la confianza y de la situación global de la economía española. La demanda interna se debilita y la demanda externa, que parecía recuperarse, debe más su aliño a la caída de las importaciones que al tirón de las exportaciones.
De cumplirse los peores pronósticos, el sector inmobiliario soportaría un parón de casi 18 meses, algo capaz de dejar tiritando a cualquiera.
PSOE y PP deben pararse a reflexionar sobre la necesidad de abordar y consensuar una agenda de temas estratégicos
Según la Comisión Europea, las tensiones inflacionistas no se contendrán durante este año y ha situado el incremento de los precios en el 3,7%, con gran enfado de Pedro Solbes, aunque el cálculo de la Comisión es consistente con lo analizado desde el Servicio de Estudios de Caixa de Catalunya que ha elaborado un índice de precios sobre la cesta de la compra habitual de los hogares que ha arrojado un resultado del 7,9% de subida para 2007.
La divergencia creciente entre inflación estadística e inflación percibida puede terminar haciendo peligrar la moderación salarial que ha caracterizado la negociación de los convenios durante todos estos años
La demanda interna reduciría su aportación al crecimiento del PIB hasta del 2,5% frente al 4,6% de 2007 y serán especialmente bruscas las caídas de la inversión en bienes de equipo (1,8% frente al 10,9%) y de la inversión en construcción (-1,3% frente a un positivo de 3,8% en 2007).
El esfuerzo presupuestario que realizan las familias españolas para comprar una vivienda está en máximos históricos, el 46,2%, muy por encima del 33% que las entidades financieras utilizan como criterio prudencial.
El elevado margen de la política fiscal que proporciona el saneamiento nominal de las cuentas públicas será el eje de las políticas que cualquier Gobierno que salga de las elecciones utilizará para reactivar la economía, aunque algunas previsiones apuntan a que, a finales de 2008, ese superávit se habrá reducido hasta el 0,6%.
Malas señales todas ellas que nos hacen pensar que las actuales previsiones de consenso sobre el crecimiento del PIB suenen optimistas
La polarización de la vida política española, donde las estrategias de partido parecen más importantes que las cuestiones de Estado, parecen haber reducido el diagnóstico de la situación a sólo dos escenarios.
Uno, el del PSOE, que ha presentado sus propuestas bajo la idea de que asistimos sólo a una crisis financiera causada por las subprime estadounidenses y cuyos efectos, amainarán gracias a la flexibilidad de la locomotora estadounidense. Y, en segundo lugar, el programa del PP, liberalismo de choque para tiempos de crisis.
Ninguno de los dos partidos habla de elementos comunes para relanzar una marca, la de la economía española en el exterior, cuyo valor se está devaluando, que es, precisamente, lo que yo creo que necesita la economía.
Salvo sorpresas de última hora, el resultado final, gane quien gane, será por la mínima. Tanto si gana el PSOE como si gana el PP, encontrará problemas ya conocidos: un Gobierno débil con su acción comprometida por los pequeños partidos nacionalistas, un referéndum vasco bajo el nuevo icono de Kosovo, una desaceleración económica todavía más aguda... y una imagen de marca país que seguirá devaluándose.
El cuestionamiento exterior de la solidez de nuestro modelo de crecimiento puede hacer que los inversores descarten nuestro país para la realización de inversiones que, dado el deterioro de nuestro ahorro interior, son vitales para el crecimiento económico.
Tras el 9 de marzo, tanto para el PSOE como para el PP, deben pararse a reflexionar sobre la necesidad de abordar y consensuar una agenda de temas estratégicos en los que ponerse de acuerdo. Sus electorados lo agradecerían, con toda seguridad, y el resto de los ciudadanos también.
Entre esos temas estratégicos, los demás son obvios, debería estar la defensa de nuestra economía en el exterior que tan buenos resultados da, por ejemplo, a nuestros vecinos galos.
María Jesús Paredes Socia directora de IG Consultoría