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Opinión
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Y por qué no juez o inspector fiscal?

La reciente publicación en el BOE, el pasado 30 de enero, de la oferta de empleo público para 2008 ha servido para poner de manifiesto una situación paradójica. Y es que a pesar de tratarse de la oferta de empleo público más ambiciosa de los últimos años, la cantidad de opositores que aspiran a ocupar alguna de ellas es también cada vez menor.

Esta situación es especialmente acusada en aquellas oposiciones en las que se exige estudios universitarios. De las 35.895 plazas publicadas en el BOE, 7.132 se refieren a plazas de los subgrupos A1 y A2 de la Administración general del Estado, es decir, puestos para los que se requiere una licenciatura o diplomatura. Son las plazas que ocuparán, entre otros, los jueces, fiscales e inspectores de Hacienda del futuro. Personas que están llamadas a jugar un papel de relevancia dentro de nuestra sociedad. Y sin embargo, los aspirantes son cada vez menos. Valga como ejemplo la oposición de jueces y fiscales, en la que en el año 2007 se presentaron 3.712 instancias, cifra que supone un descenso del 28% respecto al año 2004. ¿Por qué ocurre esto?

Las razones son diversas. En primer lugar, estamos empezando a sentir los efectos del descenso de natalidad que sufrió nuestro país durante los años ochenta. Este descenso está teniendo un reflejo directo en nuestras universidades, el vivero de los opositores. Según datos del Ministerio de Educación, en el curso 2007-2008 había en España 120.000 universitarios menos que en 2002, de los cuales casi 100.000 corresponde a licenciados, siendo las facultades de Derecho las más damnificadas en este descenso. No es de extrañar, por tanto, que cada vez menos universitarios se presenten a oposiciones.

Hace años, con los índices de paro entre los universitarios por las nubes, la oposición era una salida natural

También existe un cambio de mentalidad importante en los recién licenciados. Los jóvenes tienen más prisa y menos capacidad de sacrificio que hace unos años, tal vez porque el mercado laboral les ofrece soluciones más inmediatas. Llegar a una posición directiva en una empresa, a la larga les llevará más tiempo, pero en su percepción es un objetivo más plausible y cercano.

Hace unos años, con los índices de paro entre los universitarios por las nubes, la oposición era una salida natural para muchos de ellos. La recompensa de un puesto de trabajo altamente cualificado y para toda la vida era un factor lo bastante motivador para ellos. Con la mejora de la situación laboral general (a pesar de los últimos datos del paro) el gancho de la estabilidad laboral ya no resulta tan atractivo. Preparar una oposición requiere reposo y esfuerzo, cualidades que ahora no sobran. Además, no todo el mundo dispone de cuatro o cinco años extras para destinar al estudio. Cinco años en los que no sólo no van a tener ingresos, sino que de alguna manera se exilian del mundo laboral. Sean por éstas u otras razones, lo cierto es que son pocas la personas que al acabar la universidad se plantean una oposición como opción de futuro.

Y sin embargo, quizá deberían hacerlo. La realidad es que hoy es un buen momento para opositar. El acceso sigue siendo exigente, por supuesto, pero también es un hecho incontestable que hoy, al haberse reducido el número de aspirantes, es más fácil aprobar una oposición. Y si hace unos años los opositores se enfrentaban a un doble obstáculo: el temario y los competidores, en muchas de las actuales oposiciones se compite exclusivamente con el temario y con uno mismo. La oportunidad está ahí para quien quiera aprovecharla.

De lo que no cabe duda es que algo se está moviendo en el mundo de las oposiciones. En ese aspecto, los propios opositores se están adelantando a los gestores. El cambio sociolaboral al que hacíamos referencia anteriormente incorpora la figura del opositor-trabajador en oposiciones del subgrupo A2 (diplomados). Hoy, un alto porcentaje de las personas que preparan alguna de estas oposiciones simultanea trabajo y estudios. Hasta hace muy poco esto habría sido impensable. La sociedad cambia. Es lógico que las oposiciones lo hagan también

Como es lógico, el descenso del número de opositores es una cuestión que preocupa también a las Administraciones públicas. A ellas cabría pedirles que hagan un esfuerzo suplementario por adaptar las oposiciones a las actuales condiciones de nuestra sociedad. A ellas les corresponde, con la ayuda de los profesionales del sector, la tarea de buscar fórmulas para motivar a los aspirantes, la de idear vías para que a los recién licenciados vuelva a resultarles atractivo convertirse en juez o en inspector de Hacienda.

Ángela de las Heras / Jesús Martínez Jefes de Estudios del Centro de Estudios Financieros (CEF)

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