Hay que rodearse de gente incómoda
Me contaba esta semana un ejecutivo que el secreto para mantenerse, más bien perpetuarse, en un puesto no es otro que no manifestar abiertamente su opinión en ningún foro de la empresa. Se trata, ni más ni menos, que de dar la razón en todo a sus superiores, y arreglado. Así no hay conflictos ni motivos para caer en desgracia. Dicho de esta manera, no llevar la contraria al jefe, puede ser una tabla de salvación para cualquier profesional que quiera seguir nadando plácidamente y no ahogarse por el efecto de sus propias palabras. ¿Pero qué triste que esto suceda, no?
Que alguien rechace a otro porque le vaya a contrariar, a llevarle la contraria o a ponerle en un aprieto. En definitiva, porque sea una persona incómoda.
Las organizaciones deberían premiar y los ejecutivos deberían querer rodearse de gente incómoda. Es síntoma de buena salud y de seguridad en lo que se hace, pero sobre todo en uno mismo. Hay que aceptar las opiniones y las críticas, eso sí, siempre que aporten y sean constructivas (nada tiene que ver con el ensañamiento y la falta de argumentos). Es la mejor manera para avanzar y mejorar. Con aduladores no hay cambio posible, ni lo habrá nunca. Mientras que haya directivos, y también políticos, que no sean capaces de rodearse de una cohorte de gente crítica no se avanzará.
La clase política peca en abundancia de ello. Le tienen miedo a la palabra, precisamente a lo que ellos pregonan y lo que con tanto ahínco defienden. Porque han sido ellos los que han puesto de moda desde hace tiempo, por ejemplo, las ruedas de prensa sin preguntas. o los debates electorales sin la presencia de periodistas que sean capaces de ponerles en más de un aprieto. Así nadie puede llevarles la contraria ni interferir en su discurso. Lamentable. Es una prueba más de la falta de preparación. Hay expertos y estudios que dicen que a menor formación y capacitación, mayor necesidad de reafirmación en el cargo. Y, por tanto, mayor necesidad de tener a su lado a un equipo de buenos aduladores. Cuando el líder está seguro de sí mismo no le teme a los críticos. Es más, los acepta y toma nota de lo sus aportaciones. Reivindico el uso de la palabra. Siempre. En la empresa, en la política y en todos los ámbitos de la vida social. Triste es que se mate a la gente por usar la palabra.