Desafíos tecnológicos
Envueltos en una crisis financiera de consecuencias imprevisibles, mientras padecemos un crónico, creciente y mayúsculo déficit comercial y comenzamos a convivir con la anunciada y ya presente decadencia del ciclo expansivo 'del ladrillo', llama la atención el escaso -en realidad casi nulo- interés por el porvenir tecnológico de España; cuando en él, y solo en él, residen las posibles esperanzas de crecimiento sostenible de nuestra economía y de mejora real de las condiciones de vida de los españoles.
La electrónica, las tecnologías de la información y las telecomunicaciones son las llaves del futuro de España; así reza el documento, que con contribuciones de un amplísimo número de empresas del sector, acaba de elaborar Asociación de Empresas de Electrónica, Tecnologías de la Información y Telecomunicaciones de España (Aetic). En él, se abordan cuestiones de alcance estratégico para el futuro de nuestro país, tales como: la ciudadanía y la calidad de vida, el crecimiento sostenible, la competitividad en una economía globalizada, nuestras posibilidades de convergencia y liderazgo tecnológicos y la educación necesaria para emplearse en la nueva economía.
La próxima legislatura deberá afrontar la necesaria metamorfosis de un modelo de crecimiento sustentado en actividades de bajo valor añadido, carente de exigencias formativas, sin apenas innovación y de bajos salarios, por otro que asentado en las nuevas tecnologías -sobre todo TIC-, la innovación, altas cualificaciones profesionales y remuneraciones más elevadas permitirían un crecimiento sano y sostenible de nuestra economía.
La próxima legislatura deberá afrontar un cambio del modelo de crecimiento hacia otro asentado en las nuevas tecnologías
El stock acumulado de capital tecnológico de España se sitúa por la mitad de la media de la UE, por lo que mientras que no alcancemos un nivel equivalente al de nuestros competidores será imposible competir consistentemente con ellos. Para afrontar el problema del déficit tecnológico de España es obvio que hay que incentivar las inversiones, sobre todo en TIC; justamente lo contrario que se hizo en la legislatura que acaba con la reforma del impuesto de sociedades por la que se eliminaron las bonificaciones existentes para tal fin. Además, las inversiones de las administraciones públicas en TIC, siendo presupuestariamente insignificantes, apenas crecen; el despliegue del DNI digital está siendo muy lento y los derechos digitales del ciudadano para resolver telemáticamente sus relaciones administrativas, no coadyuvan a que los equipamientos tecnológicos crezcan y se extiendan por doquier.
En materia educativa, además de mejorar la calidad de la enseñanza secundaria, aumentando las exigencias académicas y recuperando valores educativos básicos -hoy en desuso- como la autoridad, el esfuerzo y el mérito, es necesario aumentar la oferta de titulados en formación profesional, adecuar las carreras universitarias a las demandas empresariales y sobre todo movilizar a toda la población laboral hacia programas de formación de contenido tecnológico, evitando que los fondos públicos -que habría que aumentar- dedicados a tan noble fin se terminen desviando hacia fines más burocráticos que formativos.
La política económica española favorece más la vieja economía -la minería, la agricultura, la construcción, etc.- que la nueva, como pone de manifiesto la reciente reforma del impuesto de sociedades, que habiendo eliminado -con diferentes ritmos- todos los incentivos a la nueva economía y muy particularmente los relativos a la innovación, ha terminado beneficiando al 'ladrillo' frente a la 'tecnología'. La recuperación del sistema de bonificaciones a la innovación anteriores a la última reforma fiscal y la financiación -con capital riesgo- de las nuevas aventuras empresariales de contenido tecnológico innovador, deberían ser objetivos prioritarios para el Gobierno en la próxima legislatura.
Por último, España no podrá pertenecer a la élite de la nueva economía con uno de los marcos administrativos y de relaciones laborales más complicados y rígidos de nuestro entorno competitivo. Si difícil es constituir una nueva empresa, cerrarla es casi imposible; de ahí que sea perentorio reformular, sin perjuicio de la necesaria seguridad jurídica, toda la normativa al respecto para facilitar la vida -también la muerte- empresarial. En el ámbito laboral, además de reformar el marco vigente al estilo de la llamada 'flexiseguridad' adoptada recientemente en Dinamarca, es hora ya del cumplimiento de la legislación vigente en materia de despido por razones objetivas; de gran utilidad para las pyme y que incomprensiblemente no se aplica casi nunca.
Con lo expuesto, no se resolverían todos los posibles problemas de España, pero estaríamos bien orientados para, en sólo una legislatura, conseguir avances muy importantes para el mejor futuro de nuestro país.
Jesús Banegas Núñez Presidente de Asociación de Empresas de Electrónica, Tecnologías de la Información y Telecomunicaciones de España (Aetic)