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Combustibles

Bruselas prepara la supresión de los subsidios a los cultivos para biofueles

La CE quiere suprimir las primas a la producción de biocombustibles que introdujo en 2003. Bruselas cree que ese incentivo ya no es necesario porque los países de la UE se han comprometido a que un 10% de sus combustibles sean de origen agrícola en 2020.

La revisión en marcha de la Política Agrícola Común de la Unión Europea pondrá fin, con toda probabilidad, a las primas de 45 euros por hectárea que reciben los llamados cultivos energéticos (entre los que figuran semillas de colza y girasol, soja, remolacha, maíz, cebada, centeno, patatas y trigo).

Las primas se introdujeron hace cinco años para impulsar unos combustibles que no han conseguido despegar en Europa. En 2005, la UE incumplió su objetivo de que el 2% de los carburantes fueran de origen agrícola. Y ahora más del 60% de los cultivos energéticos (que superan los 2,8 millones de hectáreas) se benefician de esas ayudas. En España, según datos recogidos ayer por la agencia Efe, las peticiones de ayuda se elevan ya a 183.720 hectáreas.

Pero fuentes del departamento de la comisaria europea de Agricultura, Mariann Fischer Boel, explicaron ayer que el proyecto de directiva sobre promoción de energías renovables, aprobado por la CE el pasado mes de enero, hará innecesarios ese tipo de incentivos.

'Con un objetivo obligatorio del 10% de biocombustibles para 2020, el mercado dispone ya de un aliciente suficiente para su desarrollo', explicaron esas fuentes.

Por ese motivo, Fischer Boel parece dispuesta a incluir la supresión de las primas a los cultivos para biocombustibles en el plan de revisión de la PAC que presentará el próximo 20 de mayo y que deberá negociarse durante los próximos meses.

El departamento de Boel parece también decidido a proponer que los 90 millones de euros anuales de esa partida se destinen a la investigación y desarrollo de los llamados biocombustibles de segunda generación. Un salto tecnológico que, según Bruselas, reducirá significativamente los costes de producción de estos carburantes.

Mayor demanda

La desaparición de los incentivos a la producción se compensará, según Bruselas, con el previsible aumento de la demanda una vez que la presencia en el mercado de los biocombustibles se generalice.

La CE, de todos modos, ya dudaba de la utilidad de los subsidios agrícolas como vía para impulsar los biocombustibles. En 2006, un estudio sobre ese mecanismo de apoyo, realizado por la Universidad de Bolonia por encargo de la Comisión, señalaba que 'la efectividad de la ayuda a los cultivos energéticos se limita a situaciones específicas'. Y recomendaba 'un aumento significativo de la ayuda para incrementar su efectividad o la abolición de la medida'.

El mismo estudio calificaba de 'muy modesto' el impacto de la ayuda en la diversificación de ingresos del sector primario y de 'insignificante' su contribución a la calidad de vida de los agricultores.

Aun así, el número de hectáreas cubiertas por las ayudas se ha disparado desde 305.000 en 2004 a 1,2 millones en 2006. Y el año pasado se superó el límite de dos millones de hectáreas previstos en el plan de ayudas.

La CE niega el impacto en alimentos

La CE insistió ayer en que el nivel de producción de biocombustibles en Europa no es suficientemente elevado para influir en el encarecimiento de los alimentos. 'En la UE, sólo el 2% del terreno cultivable se destina a plantaciones para biocombustibles', recordó un portavoz de la comisaria europea de Agricultura, Mariann Fischer Boel. El mismo portavoz descartó que el objetivo de que el 10% de los carburantes utilizados en Europa sean de origen agrícola en 2020 pueda provocar una escalada en los precios agrícolas.Bruselas atribuye su optimismo a la eliminación de la norma que obliga a mantener un 10% de la superficie cultivable en barbecho, lo cual aumentaría en 3.9 millones de hectáreas las tierras disponibles. Desde 2011, además, se podrán añadir un millón de hectáreas en los 10 países que ingresaron en la UE en 2004. Y en 2015, otro medio millón en Rumanía y Bulgaria, socios desde el año pasado. Ese terreno adicional, según Bruselas, bastará para contener los precios.

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