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Columna
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El español y su valor económico

Los 400 millones de hispanohablantes hacen del español una poderosa herramienta económica, según el autor, que destaca en este periodo electoral la necesidad de que el futuro Ejecutivo cuide de la lengua e incentive su divulgación en el mundo

Lentamente vamos tomando conciencia de que la lengua española es uno de nuestros principales activos económicos. Desde siempre supimos de su excepcional valor cultural, histórico y artístico, pero su nueva dimensión de motor económico es objeto de estudio y controversia. Ya son varios las publicaciones importantes que cuantifican la influencia del español en la economía. Se pueden consultar el I Acta Internacional de la Lengua Española, Activo cultural y valor económico creciente, organizado por la Fundación Biblioteca de Literatura Universal BLU, o el estudio Economía del Español. Una introducción, de la colección Fundación Telefónica. Ambos trabajos coinciden en lo fundamental: que en una sociedad global del conocimiento, el español adquiere un alto valor estratégico. En estos tiempos de incertidumbre económica, las ventas de la industria cultural en el mundo aumentan casi un 9% cada año. España no puede quedar descolgada de esta fabulosa oportunidad.

La lengua española -que nos pertenece por igual a todos los hispanohablantes- está en alza. Cada día son más los que la utilizan en su vida familiar o de negocios, y sus estudiantes no cesan de aumentar en todo el mundo. Convendremos que nuestra lengua supone un inmenso patrimonio cultural, social y hasta de forma de entender el mundo. Se estima que la aportación de la actividad cultural aporta alrededor del 5% de nuestro producto interior bruto -en verdad es aún mayor, pues el patrimonio cultural es motor no suficientemente valorado de turismo-, mientras que hasta el 15% de nuestro PIB tiene que ver directa o indirectamente con el español. En efecto, el español es la materia prima con la que trabaja la industria cultural en su conjunto -editoriales, cine, radio, música, audiovisual y televisión-, así como la de publicidad, información, agencias de noticias, formación, educación, diversas plataformas digitales, internet y diversos soportes informáticos. Comprenderemos su decisiva importancia en nuestro futuro.

Y esta industria cultural sólo podrá competir con la inglesa si el número de personas a las que va destinada alcanzan un volumen similar y poder adquisitivo parecido. Algunos especialistas han llegado a definir al español como 'nuestro petróleo, y nuestro recurso más internacional'. De hecho, nuestras editoriales son empresas tradicionalmente exportadoras, que en la actualidad venden fuera de nuestras fronteras más del 22% de su facturación total.

En una sociedad global del conocimiento, el español adquiere un alto valor estratégico

El director de la RAE define los cuatro pilares en los que debe basarse la fortaleza de cualquier lengua que aspire a ser global. En primer lugar, una importante masa de hablantes. En segundo lugar, que la lengua tenga una firme trabazón interna. En tercer lugar que sea importante en las relaciones internacionales y en la diplomacia, y en cuarto lugar que sea una referencia en la ciencia y tecnología. El español, con sus más de cuatrocientos millones de hablantes y su sólida estructura lingüística, supera con sobresaliente los dos primeros requerimientos. Sin embargo flojeamos en los dos últimos. Ni siquiera somos una lengua de referencia en el seno de la Unión Europea, toda vez que tenemos que superar periódicos intentos de suprimirla como lengua de trabajo. Peor aún lo tenemos como lengua científica, donde el inglés lo domina por completo. Tan sólo con una importante producción investigadora propia, y un creciente peso de las universidades en español podría, paliarse en parte, este importante retraso de nuestra lengua frente al inglés.

Las Academias de la Lengua hacen un tremendo esfuerzo por intentar aunar el respeto a la forma de hablar de cada país con el objetivo de que el español siga teniendo entidad propia y adecuada cohesión. Hasta ahora lo han conseguido. El diccionario panamericano de dudas, o el proyecto de gramática compartida son evidentes muestras de ello. La industria editorial española es la quinta del mundo después de EE UU, Inglaterra, Alemania y China. Nuestras editoriales son líderes en casi todos los países de América Latina, y ahora están asentándose con fuerza en Brasil, donde su abrirán cinco nuevas sedes del Instituto Cervantes. En EE UU se incrementa con fuerza el mercado de libros en español, alcanzando en la actualidad un mercado que supera los 350 millones de dólares anuales.

El español es un importante factor de competitividad futura. El nuevo ejecutivo debe considerar como una prioridad de gobierno su cuidado y extensión.

Manuel Pimentel

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