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Adjudicación

Northrop Grumman y EADS ganan uno de los mayores contratos del Pentágono

El Pentágono dio la sorpresa el viernes y anunció que Northorp Grumman y EADS han ganado el concurso para proveer a la Fuerza Aérea estadonunidense (USAF) de 179 aviones cisterna.

Para EADS, fabricante de Airbus, la decisión supone la entrada en el mercado de la defensa americana por la puerta grande, un paso en la reducción del peso del negocio de la aviación civil y un puntal de crecimiento en la zona dólar. Es decir, Louis Gallois, presidente de la compañía, consigue así reenfocar la estrategia del grupo en la dirección que avanzó a principios de año. Para España, uno de los socios de EADS, el contrato supone una mayor carga de trabajo. Y es que aunque el avión cisterna, basado en el modelo A330, se ensamblará en la fábrica que la empresa europea tiene en Mobile (Alabama), aproximadamente un 12% de la carga de trabajo correspondería a España.

Para Northrop Grumman, la decisión de Defensa ha sido todo un espaldarazo a su arriesgada estrategia de aliarse con un fabricante no estadounidense.

El gran perdedor es, sin duda, Boeing. La compañía con sede en Chicago fue, de hecho, la empresa que se adjudicó el contrato para reemplazar los actuales aviones cisterna (que datan de la presidencia de Dwight Eisenhower) en 2001 con un contrato similar. Pero entonces se destaparon una serie de negociaciones ilegales entre un ejecutivo de la empresa y una alta funcionaria de Defensa y el contrato fue puesto de nuevo a concurso con el resultado que se conoció ayer.

De acuerdo con Sue Payton, la responsable de adquisiciones de la USAF, Northrop Grumman y EADS fueron los que ofrecieron "un mejor acuerdo al Gobierno". Payton dijo que el consorcio ganador había superado a la oferta de Boeing en todos los criterios de selección establecidos, entre ellos la capacidad y el precio. El modelo de EADS y Northrop, llamado KC-30, transporta más pasajeros y carga y, además, suministra más combustible en los abastecimientos en vuelo que el de Boeing, que había optado por un modelo más pequeño y ligero que tuviera menor consumo.

Payton aseguraba que el hecho de que Airbus se hubiera comprometido recientemente a ampliar su producción de Alabama a otro tipo de aviones y con ello ampliar el número de empleos que se crearán en esta región, no fue un factor en su análisis. La empresa europea empleará 1.300 personas en Mobile, un área que resulto muy dañada en 2005 tras el paso del huracán Katrina. En total, el KC-30 se espera que de trabajo a 25.000 personas entre EE UU y Europa.

Ni Payton, ni el resto de los responsables de la USAF quisieron dar detalles de los modelos y de las ofertas porque, según explicaron, antes tienen que informar oficialmente y con detalle a las empresas del por qué de su decisión. Eso ocurrirá a mediados de marzo. Si hay algo que enfatizaron en una rueda de prensa de Defensa posterior al anuncio del contrato, es que no hubo sesgos ni prejuicios y que el concurso se ha desarrollado con unas garantías extra, con un mayor contacto entre los concursantes y el departamento y mucha transparencia. Esto ha retrasado la adjudicación del contrato pero en Washington querían estar seguros de tener un proceso a prueba de quejas y recursos.

No obstante, hay posibilidad de que los haya. Boeing tiene hasta abril para presentar cualquier queja, algo que dilataría el proceso y retrasaría la entrega de los primeros aparatos, que está prevista para 2013.

Las quejas son habituales en este tipo de contratos y la propia Boeing está siendo objeto de uno con respecto a unos helicópteros que se adjudicó en noviembre de 2006. El contrato fue protestado por Lockheed Martin y United Technologies. La Oficina de la Intervención del Gobierno vio base para la queja y en octubre de 2007 el contrato salió de nuevo a concurso. Se espera resolución este verano.

Llegue o no esta queja por parte del competidor, la decisión ha caído como un jarro de agua fría entre la clase política tanto en el Congreso como en Washington, el estado donde Boeing ha tenido históricamente la mayor parte de sus operaciones. Salvo los legisladores de Alabama, muchos políticos tanto republicanos como demócratas han hecho público su enfado porque una pieza que consideran clave para la seguridad nacional acabe en manos de una compañía europea y que parte de sus componentes se hagan fuera de EE UU.

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