Las mujeres no entienden los mapas
El jueves tuve un agradable almuerzo de trabajo. A pesar de que mi relación con las cuatro personas con las que compartí mesa siempre ha sido profesional, con el tiempo se ha ido generando complicidades y ahora cuando nos reunimos, más que de asuntos profesionales, hablamos de nuestras cosas y las conversaciones siempre están tildadas de guiños personales, algo que se agradece, sobre todo cuando quienes se sientan enfrente son personas brillantes, de las que siempre aprendes algo y que, sobre todo, tienen un gran sentido del humor. Haciendo gala de esto último, y según ellos, por el bien de mi futuro personal, me regalaron un libro, Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas. No me ha dado tiempo a leerlo, pero lo he ojeado. Se trata de un manual, según la edición, que ha vendido más de 100.000 ejemplares, y que analiza por qué los hombres y las mujeres son diferentes. Los autores de la obra utilizan investigaciones, conversaciones y escenas cotidianas para desgranar esas diferencias.
No voy a entrar en discusiones sobre si los hombres hablan menos que las mujeres o si quieren sexo y ellas sólo que las quieran. No. Lo importante es que hay diferencias y que éstas pueden convivir perfectamente. Hoy día, una de las mayores fuentes de riqueza que tenemos, y que deberían aprovechar sobre todo las empresas, es la diversidad, sobre todo la de género. Muchas compañías tienen mayoría de mujeres en sus plantillas, pero desgraciadamente no ocurre lo mismo en los equipos de dirección. A nosotras nos cuesta llegar más.
Por distintas razones, se anteponen una serie de obstáculos que hacen más difícil el ascenso a los puestos de alta dirección. Y eso redunda en la escasa presencia de mujeres en los consejos de administración. Si no hay mujeres directivas difícilmente habrá consejeras, aunque si las empresas quieren las encuentran. Recientemente en una conferencia, Pilar Gómez Acebo contó que la Federación Española de Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (Fedepe), tenía contabilizadas a más de 80 mujeres con trayectoria profesional para sentarse, de igual a igual que un hombre, en un consejo. Haberlas haylas. Abengoa ha sido la última en incorporar a su tercera mujer al consejo. La cifra es discreta: hay 11 hombres. Pero algo es algo, y la mayoría de las empresas cotizadas no llegan, ni por asomo, a esa proporción. Qué bueno sería que ellas acabaran los obstáculos.