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CincoSentidos

Secretos de los sondeos electorales

La participación es lo más difícil de medir y lo más importante.

Secretos de los sondeos electorales
Secretos de los sondeos electoralesCinco Días

Nadie cree en las encuestas, electorales, pero haberlas, haylas. 'Los políticos dicen que sólo creen en las elecciones, pero desayunan y meriendan con ellas', asegura Jorge Clemente, consejero técnico de TNS Demoscopia. Y los ciudadanos afirman que a ellos no les influyen, 'pero sí creen que influyen mucho en los demás', según Julián Santamaría, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid. Para las empresas de sondeos, las campañas electorales son a la vez una bendición, porque les dan fama, y una maldición, porque las expone al juicio y a las comparaciones.

A los encuestadores se les suele acusar de cocinar la intención de voto directa para proyectar mejor el resultado electoral, pero su técnica no es tan esotérica como pudiera parecer. El objetivo es compensar el sesgo de quienes no declaran a quién votarán... porque los expertos coinciden en que nadie miente. 'Hay gente que está cabreada con su partido por un asunto concreto, y tiene claro que le va a votar, pero se resiste a decirlo', cuenta Carlos Malo de Molina, director de Sigma Dos.

'La clase alta se reserva más el voto, al rico no le gusta presumir de rico', señala José Peña, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad CEU San Pablo. Jorge Clemente añade que, pese a que las encuestas políticas suelen ser bien recibidas por los encuestados, 'la crispación empieza a afectar, y hay una minoría significativa que está cansada de política y se niega a contestar'. En el País Vasco, por ejemplo, 'es difícil que alguien declare que vota al PP'; a su juicio, 'la gente mayor y conservadora suele ser menos accesible'. También ocurre que los partidarios del Gobierno 'tienden a contar su voto más' que los de la oposición, explica Malo de Molina.

Algún experto cree que los datos dan una 'victoria ajustada' para el PSOE

Para adivinar la intención de los que no contestan y de los declarados indecisos hay que evaluar otras respuestas, como qué candidato prefieren, a quién votaron o quién les gustaría que ganase. 'Si prefieren al candidato A, votaron al partido A, y simpatizan con el partido A, está claro. Hay muchos de esos', destaca Malo de Molina. Y para el resto, se basan en los resultados de elecciones anteriores.

Lo más difícil de todo es determinar quién terminará por votar y quién no. 'La gente suele decir que va a votar, queda feo decir que no', apunta Clemente. Fernando López, vicepresidente de Demoscopia, considera que 'un fallo al calcular la participación afecta a todo lo demás', reconoce. Los partidos también le dan mucha importancia a la participación. Se suele decir que una mayor afluencia de votos favorece al PSOE frente al PP, y aunque no es un axioma, López apunta que por debajo del 72% la victoria del PSOE está 'muy comprometida'.

Los sondeos de las últimas semanas coinciden en dar una diferencia de pocos puntos para el PSOE sobre el PP, que en teoría se queda en nada con el margen de error, del 3%; pero Clemente considera que si todas las encuestas coinciden, no es por casualidad, y en lugar de 'empate técnico', prefiere calificar la situación de 'victoria ajustada'.

En esta ocasión los sociólogos tienen un reto añadido, y es determinar la intención de voto para UPyD, el partido de Rosa Díez. 'Está en el límite de la representación parlamentaria', señala López. El sistema de circunscripciones español es otra dificultad, y en realidad hay que hacer 52 encuestas y no una sola. 'En realidad, hay 30 provincias que no presentan dudas; la clave está en 15 o 20', opina Clemente.

Los políticos también encargan sus propios sondeos, en su caso con más preguntas, porque quieren saber por qué ganan o pierden votos. Emilio Lamo de Espinosa, presidente de la Federación Española de Sociología, se preguntaba esta semana en un debate organizado por la Fundación Ortega y Gasset si el PSOE habría legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo 'sin saber que era aprobado por la mayoría de la población'.

Muchas veces el objetivo de las encuestas no es acertar, 'sino cambiar el estado de opinión', apunta Clemente. Influyen en el voto útil, y en ocasiones pueden desanimar la participación cuando el resultado está claro, como en los últimos referéndums de la Constitución Europea y los estatutos de Cataluña y Andalucía. Clemente recuerda las elecciones de 1992 en el Reino Unido, en las que se preveía que ganaran los laboristas, aunque el catedrático Julián Santamaría no ve tan claro que influyeran los sondeos.

A los sociólogos no les gusta demasiado el estilo periodístico de presentar las encuestas: 'el partido X ganará', sin condicionales. 'A veces nos vemos forzados a decir cosas con una exactitud que no permite la herramienta', señala López. No son bolas de cristal, pero sí son útiles 'para detectar tendencias'.

Encuestas hasta el último día

Las encuestas electorales son las únicas que se contrastan en la realidad, en las elecciones. Por eso reciben más críticas que las demás, por ejemplo en las elecciones europeas de 2002, en las que predijeron mucha más participación de la que hubo. Los sociólogos se defienden, y defienden que se publiquen encuestas hasta el último día, y no hasta seis días antes, como obliga la ley. 'Las que hacemos el día anterior a las elecciones para los partidos y algunos medios coinciden casi del todo con el resultado', asegura Fernando López, vicepresidente de Metroscopia.Emilio Lamo de Espinosa, presidente de la Federación Española de Sociología, cree que la 'asimetría de información' entre partidos y votantes 'es una vergüenza'.

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