Elecciones: sueños en clave emprendedora
No voy a hablar de crisis económica, ni haré vaticinios para las elecciones. Simplemente quiero invitar al lector a reflexionar y compartir un sueño. Vivimos en un sistema de libre mercado que necesita contar con un tejido empresarial impulsor de la actividad económica. Los estados cada vez tienen menos capacidad para asumir el rol de empresario pues sus recursos, finitos, se dedican fundamentalmente a las infraestructuras y a soportar los sistemas de bienestar social, cada día más costosos, por razones como los flujos migratorios o el incremento de la esperanza de vida.
El papel del empresario privado es cada vez más relevante. En este punto creo que hay una coincidencia notable. Si llevamos este pensamiento al terreno del lenguaje nos encontramos alguna sorpresa que tal vez no sea casual. Ha surgido una palabra que cada vez se utiliza más para denominar al empresario: emprendedor que se presenta como una palabra políticamente correcta, de connotación positiva. Hace referencia al creador y gestor de empresas, con un marcado estilo innovador, que se aleja de los peores tópicos decimonónicos del empresario usurero y explotador.
Cabría pensar que el desarrollo de un sólido tejido emprendedor debiera ser uno de los ejes de esta campaña electoral. Vemos guiños electorales que afectan a colectivos muy variados pero apenas he escuchado hablar a nuestros líderes de la necesidad de contar con una sociedad más emprendedora. Mucha promesa cortoplacista, mucho reproche, mucho mirar al pasado, pero escasa atención a lo que considero uno de nuestros principales retos.
Me pregunto: ¿Por qué no se piensa en crear una secretaría de estado de desarrollo emprendedor en medio de nuestra mastodóntica Administración? ¿Por qué no coordinan el sinfín de entes públicos que apoyan a los emprendedores para que su impacto sea mayor? ¿Por qué no plantear medidas para desarrollar el crédito emprendedor? ¿Por qué no articular desde la administración esquemas de inversión para tantas pymes que con 2, 3 ó 6 millones de euros podrían aspirar a escalar posiciones de liderazgo y que muchas veces no encuentran respuesta en el capital privado? ¿Por qué no estimular fórmulas para favorecer el asociacionismo empresarial que busque en la mayor dimensión ventajas competitivas? ¿Por qué no estudiar medidas de apoyo a la franquicia o la empresa familiar? ¿Por qué no diseñar un entorno que favorezca la creación de más empresas de base tecnológica facilitando los spin off desde empresas, universidades y centros de investigación? ¿Por qué no poner en valor la figura del emprendedor con acciones más decididas? ¿Por qué no hacer un ejercicio de imaginación para incentivar a quien convierta en socio a sus empleados en la seguridad de que es la mejor manera de incentivar a muchas personas?
No estaría de más demandar a nuestros gobernantes que sean más audaces, innovadores y rotundos en sus políticas de apoyo a la iniciativa emprendedora. Empezando por la educación, para que, desde los colegios y las universidades, nuestros jóvenes aprendan a respetar y admirar al emprendedor en la sociedad del siglo XXI. Será la manera de asegurar vocaciones empresariales. Según diferentes estudios, nuestros universitarios mayoritariamente prefieren ser funcionarios. Preocupante, ¿no?
Preferiría que mi dinero como contribuyente se emplease también para estas cuestiones que aseguran empleo, riqueza y bienestar para los españoles de hoy y los de mañana, aunque aún no voten. España necesita más empresas líderes para tener un espacio en este mundo global. Ahí cabe encontrar una de las bases para articular un discurso de liderazgo político de altura. Y eso supone un proyecto de país, para reinventar una España atractiva que enganche, frente a modelos que enfatizan las diferencias. Un proyecto que, como ocurrió con la transición, estimule a la sociedad y nos sitúe de nuevo como un referente internacional. Contamos con una base para conseguirlo si se añade la voluntad política: un idioma de amplia difusión, un sistema financiero modélico, algunas de las mejores escuelas de negocio del mundo, un carácter creativo y talentoso y cada vez más empresas y emprendedores de éxito que debieran servir de referente.
Ojalá tras el 9M nuestra clase política sea capaz de recuperar grandes acuerdos en educación, modelo de estado, política terrorista o política exterior. Pero también para crear un entorno puntero que estimule la actividad emprendedora. Puestos a soñar.
Manuel Bermejo IE Business School. Director de Programas de Alta Dirección