El AVE estimula la competencia
El 20 de febrero empezarán a prestar servicio al público los trenes de alta velocidad entre Madrid y Barcelona. Se cierra así una larga e inútil pelea política derivada de los retrasos e incidentes acaecidos durante la construcción de la línea y que han afectado tanto a los Gobiernos populares como a los socialistas. Esa etapa está superada. Ahora lo relevante son los beneficios que proporcionará unir Barcelona y Madrid por tierra en dos horas y treinta y ocho minutos, con una frecuencia de 17 viajes diarios en cada dirección. Sin duda, un tiempo adecuado para que muchos usuarios del avión se planteen cambiar de medio de transporte. Bienvenida sea la competencia y la posibilidad de elegir.
Conscientes del mercado que se abre para el nuevo AVE, Renfe ha optado por lanzar una oferta comercial competitiva. Se calcula en seis millones los viajeros que se mueven entre ambas direcciones cada año. Una buena parte son hombres y mujeres de negocios asiduos al puente aéreo de Iberia, y es en este segmento donde Renfe quiere incidir. Las poco más de dos horas y media son un tiempo similar al que se emplea, incluidos los desplazamientos hasta y desde el aeropuerto, en caso de optar por el avión. Así que será el precio, junto con las preferencias de cada viajero y la calidad del servicio los que dirimirán el reparto de la tarta entre AVE y puente aéreo. La batalla, previsiblemente, no se dará con las ofertas puntuales, sino en el billete más flexible y, por tanto, en tarifas altas. Aquí, la diferencia será de en torno al 20% a favor de los 163,5 euros en el Puente AVE -como lo ha bautizado Renfe-, frente a los 199 del puente aéreo.
El AVE, del que los técnicos opinan que no tiene competencia en trayectos de menos de 600 kilómetros, abre una alternativa tan rápida como el avión. Lo lógico es que además genere mejoras en el servicio. Iberia ya ha respondido anunciando que el tiempo de espera en el aeropuerto será como máximo de 20 minutos.
Pero el AVE entre las estaciones de Atocha y Sans no sólo competirá por los clientes asiduos al puente aéreo. Según los cálculos de Renfe, la aparición del servicio podría motivar un crecimiento en el tráfico entre las dos ciudades hasta alcanzar los 10 millones. Es decir, aumentará el negocio para todos. Y aquí, la competición será mediante ofertas y precios, por lo que afectará a otras compañías aéreas -Vueling, Spanair o Air Europa, entre ellas, además de las de bajo coste-. El nuevo AVE va a producir, previsiblemente, una tormenta en el sector que exigirá cambios en muchas aerolíneas.
A medio plazo, las líneas de alta velocidad exigirán un esfuerzo a las compañías aéreas que operan entre ciudades peninsulares. Según se vayan inaugurando nuevas vías -que llegarán antes o después-, la oferta aérea nacional tendrá que replantearse. De manera que el tren de alta velocidad también puede acelerar la reestructuración pendiente del sector aéreo en España. Pero no bastará con cambios accionariales. Muchas aerolíneas deberán reinventarse para competir no sólo entre ellas, sino también con este nuevo tren, que extiende su red poco a poco, y a pesar de que los intereses políticos lo frenen demasiado a menudo.