Promesas fiscales: más de lo mismo
El autor reclama que los programas electorales aborden, en materia fiscal, cuestiones de fondo, y no medidas cortoplacistas y coyunturales, como parece desprenderse de las promesas recientes. En su opinión, el modelo tributario español no soporta más parches
Durante los últimos días he recibido multitud de llamadas de compañeros, amigos y medios de comunicación pidiéndome opinión sobre el anuncio del presidente del Gobierno, en un acto preelectoral y en calidad de secretario general de su partido, de 'devolver' 400 euros a algunos contribuyentes del IRPF. Me he negado a dar mi opinión como profesional experto en la materia porque tengo por costumbre no opinar sobre opiniones opinables y, además, porque no suelo emitir valoraciones sobre una medida, política o acción, cuando no dispongo de la información suficiente para apreciar con rigor su contenido, alcance y consecuencias. Reconozco que como persona analítica, probablemente por deformación profesional, intento que mis conclusiones estén soportadas en información completa y precisa.
El principal partido de la oposición también viene predicando propuestas de este tipo. Y, por supuesto, no se ha quedado corto. Primero publicitó, sin más explicación y detalle, que los ciudadanos con rentas inferiores a 16.000 euros estarían exentos del IRPF. Después anunciaron una reforma de calado del impuesto, reduciendo a tres tipos (20%, 30% y 40%) su tarifa sin concretar los tramos de la misma, cuestión de capital importancia, sin la cual es como no decir nada. Por lo tanto, más de lo mismo. No disponemos de la mínima información para un adecuado análisis, interpretación y valoración.
Hechas las anteriores consideraciones, no puedo más que reafirmarme en la imposibilidad de valorar desde el ámbito profesional y con un mínimo de rigor sobre las tan anunciadas medidas, y mucho menos opinar sobre las informaciones, interpretaciones, deducciones, presunciones y valoraciones que han ido goteando en los últimos días en los medios de comunicación.
Como ciudadano tampoco me parece serio que el Ejecutivo, el partido que lo sustenta y la principal alternativa de gobierno realicen propuestas de medidas fiscales sin precisar, explicar y justificar el objetivo de las mismas, el procedimiento para llevarlas a cabo y su alcance, consecuencias y efectos. Es decir, el porqué, el para qué, el cómo, el cuándo y el cuánto de lo que se propone.
Tengo la impresión de que esta avalancha de ofertas fiscales a la baja se asemeja bastante a una estrategia de política de precios de una empresa basada en fuertes descuentos con objeto de aumentar las ventas (votos) para ganar cuota de mercado (mantenerse o conquistar el poder) y luego ya veremos. Si éste es el objetivo, entonces las medidas pueden ser certeras, con independencia del juicio que merezca el objetivo en sí mismo.
Lo que no se puede ocultar es que como profesionales asistimos con estupor y preocupación a tanta ligereza, laxitud y superficialidad, en un tema especialmente profundo, importante y sensible. Porque, no nos engañemos, toda medida de carácter fiscal no es neutra, tiene efectos, consecuencias y segundas derivadas.
En el mundo empresarial y profesional estamos acostumbrados a valorar las medidas y acciones en función de su adecuación a los objetivos que se persiguen. Las medidas no son un fin en sí mismo sino que sirven para conseguir algo. Son un medio.
Lo que en principio se determina es el objetivo que se quiere alcanzar, para posteriormente valorar si la medida que se propone es la que mejor se adapta a su consecución. Esto es, estricto sensu, actuar con racionalidad y responsabilidad que, por cierto, es lo que los ciudadanos esperamos de los nuestros responsables políticos. Lamentablemente, la realidad es que también se oculta el objetivo perseguido con estas ofertas de rebajas fiscales. No sabemos si se trata de medidas coyunturales de política económica o si, por el contrario, son medidas estructurales de reforma del sistema tributario.
Considero que en materia fiscal, los programas electorales, más allá de medidas cortoplacistas y coyunturales, deben abordar cuestiones estructurales y de fondo. Es innegable que nuestro complejo sistema tributario está agotado y necesita adecuarse tanto a la realidad actual como al previsible futuro en un escenario de globalización. Nuestro modelo tributario no soporta más parches, por lo que debe revisarse en profundidad, con serenidad, reflexión, debate, rigor y, por que no decirlo, consenso. Eso es lo que tanto los ciudadanos como los expertos tenemos que empezar a exigir. Y no participar en el espectáculo de quién da más. En definitiva, este juego no es el nuestro.
Juan Carlos López-Hermoso Agius. Presidente de la Asociación Española de Asesores Fiscales (AEAF)