¿Votos a 400 euros?
En la competición que parecen librar las dos principales fuerzas políticas para articular mensajes motivadores con los que atraerse a los electores, el último en contraatacar ha sido el PSOE, con su oferta de devolver 400 euros a los contribuyentes del IRPF. El autor analiza esta medida desde un punto de vista técnico
A estas alturas de la precampaña electoral, el centro del debate entre las dos grandes fuerzas políticas españolas se ha instalado en la situación económica y en las propuestas fiscales. En este último ámbito hemos asistido a una auténtica competición entre PSOE y PP para articular mensajes motivadores que permitan decantar a su favor ese margen, relativamente estrecho, de electores no alineados que tienen la llave del resultado electoral.
El PP abrió el fuego hace unas semanas con sus propuestas en materia de IRPF e impuesto sobre sociedades. Centrándonos en el IRPF, propugna una elevación sustancial del umbral de la obligación de declarar, una deducción específica para las mujeres trabajadoras y, por último, una tarifa impositiva de sólo tres tramos muy fáciles de memorizar: 20%, 30% y 40%. Gusten o no, tal y como han sido presentadas a los ciudadanos, se deduce que estas propuestas son resultado de una reflexión previa en la que ya se ha pensado en cómo insertarlas en la compleja mecánica del impuesto. Son, además, proposiciones seductoras para el electorado, aunque sólo sea porque a todos nos gusta que nos anuncien bajadas impositivas.
Este fin de semana, el líder socialista, pero también presidente del Gobierno de la nación, ha contraatacado con una promesa que nadie esperaba: si el 9 de marzo gana el PSOE se devolverán 400 euros a cada contribuyente del IRPF. La propuesta adolece de un carácter populista que la hace sensible a la crítica fácil. Pero nosotros vamos a diseccionarla desde un punto de vista técnico.
La medida no es tan progresista como se dice, pues recuerda demasiado a un reparto de dividendos extraordinarios o a una paga por beneficios
Lo primero que llama la atención es que la inconcreción del presidente ha obligado al aparato del partido a revestirla de verosimilitud dándole una mínima vestimenta jurídica. Existe ya una página web que aventura diversos extremos, www.400euros.com, sin que podamos determinar su filiación o pertenencia. En la misma se apuesta por la única forma jurídica posible de llevar a cabo el designio presidencial: se dictará un decreto-ley por el Gobierno que modificará la Ley del IRPF con carácter retroactivo para el ejercicio 2007 de modo que, en la práctica, se notará en la declaración de renta a realizar los meses de mayo y junio. Excluirá, se dice, a empresarios y profesionales de todo tipo y, al parecer, dado que se toma el modelo de gestión de las ayudas de maternidad, cabe imaginar que se manifestará, opcionalmente, como deducción en cuota o como subvención directa aunque sólo en este ejercicio.
Hasta aquí lo que se sabe. Pues bien, sobre esos datos ya se pueden apuntar notables incoherencias:
Legislar retroactivamente -sería un caso de retroactividad plena o absoluta al referirse a un ejercicio fiscal cerrado- es muy discutible, tanto si es para elevar los tributos como para rebajarlos -máxime si el vehículo normativo es un decreto-ley-.
Restringir la medida a los perceptores de rentas del trabajo no es igual que favorecer a los contribuyentes con menor capacidad económica, porque ¿qué hay de los agricultores, ganaderos y pescadores?, ¿y de los autónomos?, ¿abarca a los altos ejecutivos, también asalariados de sus empresas?
La modalidad de pago único como alternativa a la deducción pone de manifiesto que la medida tiene más de subvención, de iniciativa de gasto público, que de recorte fiscal.
Que el importe sea el mismo para todos los contribuyentes y alegar que es una medida progresiva implica un alto grado de contradicción: basta con examinar la actual Ley del IRPF para advertir que las reducciones que quieren ser progresivas -por ejemplo, la reducción por rendimientos del trabajo- son siempre más elevadas para las bases imponibles más reducidas y, a la inversa, menores para quienes más ganan.
Al final todo guarda similitud con la gestación del denominado cheque bebé. Su sorpresivo anuncio por el presidente Zapatero en el curso del debate sobre el estado de la nación del pasado año constituyó una importante baza a su favor. Tampoco en ese momento sabía el presidente cómo iba a articular la ayuda económica. Lo que sí sabe es que tiene la llave de la despensa y que dispone de los mecanismos necesarios para dar forma jurídica a sus deseos. El resto es trabajo de sus asesores. Lo hicieron en su momento creando una nueva deducción en el IRPF y, cuando se trató del cheque-alquiler, echaron mano directamente de la subvención pública.
Ahora, agotando lo que queda de superávit, se pospone el cumplimiento de la promesa a la verificación previa de la victoria electoral pero, a poco que se medite, la medida no es tan progresista como se dice: recuerda demasiado a un reparto de dividendos extraordinarios o a una paga por beneficios cuando la empresa va de película. Pero ¿qué sucederá cuando la empresa no marche tan bien?
Luis M. Alonso González Catedrático de Derecho Financiero y Tributario