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Los cíclicos ataques de integridad

Nuño Rodrigo (29-01-2008)

Dice Vasili Grossman en Vida y Destino que no hay oficiales más atentos con su tropa ni generales más considerados con sus comandantes como los de un ejército en retirada, cuando el Estado Mayor busca a los culpables de las derrotas.

Quién sabe si Jérôme Kerviel tiene razón al señalar que él no cometía más irregularidades que otros operadores, o si la versión de Société del trader loco explica mejor que uno de los mayores bancos de derivados del mundo cancelar en tres días posiciones masivas en futuros, con el consiguiente coste. Eso el tiempo lo dirá y, a efectos bursátiles, no importa demasiado.

En la Bolsa, como en casi todo, lo que cuenta son las expectativas. Y las expectativas de futuro no son muy halagüeñas, más allá del debate sobre recesión sí o recesión no. Después de la caída de la Bolsa del día 21 en estas líneas comentábamos que era una de esas jornadas que cambian el ánimo del mercado y que, como sucedió en 2001 o 2002, y como sucede en otras crisis, cuando parece inevitable que el magma financiero se precipita a la baja, es entonces cuando se saca la basura de debajo de las alfombras. Cuando las malas prácticas salen a la luz, por mucho que hubiesen sido más o menos toleradas en épocas de vacas gordas.

Por eso los ataques de integridad, los mea culpa colectivos del mercado, son tan cíclicos como el propio S&P 500. No es en absoluto un comportamiento exclusivo de los parqués, éstos se limitan a replicar las miserias humanas. Ha tenido que llegar la crisis inmobiliaria para que en el sector se oigan voces que hablan de una purga necesaria.

Nick Lesson, Hendry Blodget, Frank Quattrone... A veces los trapos sucios de la banca de inversión se lavan en público, pero al final siempre se recordarán más una cara y unos ojos que unas siglas. Por eso, mirando al futuro y más allá del futuro de ese trader francés cuyo curriculum circula por correo electrónico como una broma más, el inversor tendrá que plantearse que dentro de los armarios hay esqueletos. Quizá menos que en 2001 -ha habido menos tiempo para generarlos-, pero habrá. Las hipotecas concedidas sin expectativa de cobro han sido el primer caso. Pero habrá más, y a buen seguro que el sistema se rasgará las vestiduras por ello. Hasta que el S&P vuelva a subir.

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