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Informe

Cuando limar las normas eleva la inversión en 'telecos'

Un estudio del gurú de la regulación Raúl Katz dibuja los distintos efectos de la normativa en el futuro del sector

El difícil equilibrio que viven en su día a día los reguladores de las telecomunicaciones -la CMT, en el caso español- se ha plasmado en cifras. La balanza siempre nivelada para fomentar la competencia entre las operadoras y las tecnologías de forma que beneficie a los usuarios, pero a la vez no desincentive la inversión de los grandes grupos ni limite sus deseos de innovar, es un logro prácticamente imposible, así que conviene estar preparado de antemano y conocer las consecuencias que tendría una desviación hacia cualquiera de los extremos.

Raúl Katz lo ha hecho. El experto de la industria de telecomunicaciones y su regulación, formado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, La Sorbona y la Universidad de París, y profesor de la Universidad de Columbia, en Nueva York, ha estudiado los distintos escenarios que puede promover una normativa específica y sus efectos en el sector nacional de telefonía y banda ancha. Las conclusiones se presentarán el próximo martes, en el informe Impacto de la regulación de las telecomunicaciones en España, realizado por Enter, el centro de análisis del Instituto de Empresa, y al que ha tenido acceso este periódico.

Para observar con más claridad los efectos de las políticas regulatorias, Katz se va a los extremos. Por un lado, diseña un escenario de regulación asimétrica intensiva, aplicada con el propósito de incrementar al máximo la competencia, con una fuerte disminución de los precios para los clientes finales y la introducción de nuevos productos. Para conseguir este modelo, la CMT tendría que establecer unas normas de acceso a la nueva red de fibra óptica que está desarrollando Telefónica igual a las que rigen las infraestructuras actuales, es decir, que fije precios de antemano para que los rivales del ex monopolio puedan usarla. El marco normativo también debe regular de forma estricta el negocio mayorista, controlar los empaquetamientos, forzar que las ofertas de Telefónica puedan ser replicadas por los competidores, restringir el lanzamiento de productos convergentes y liberalizar el espectro.

Al otro lado, un modelo distinto, con libertad de precios en las redes de fibra de nueva generación, tratamiento favorable a las ofertas en paquetes, una regulación que abra la mano con Telefónica en las zonas donde hay competencia y una liberalización controlada de las frecuencias de móvil.

Consecuencias para distintos pesos

Por supuesto, no hay un modelo puro de regulación sino mezclas, pero también es cierto que tenderán más a un lado que al otro. Y las consecuencias serán distintas.

Según los análisis de Katz, el primer modelo tendrá ventajas más inmediatas para los usuarios, con reducción de precios y mucha oferta para elegir, por la proliferación de operadores alternativos tanto en telefonía fija y banda ancha como en móvil virtual.

Pero esta situación impactaría en los resultados conseguidos por las grandes operadoras, que el experto de la Universidad de Columbia considera las principales artífices de la inversión y la innovación. A su juicio, poco incentivo tendrían los ex monopolios y líderes del mercado para desarrollar nuevas infraestructuras o productos, ya que la regulación les obligaría a compartirlos con sus rivales y el esfuerzo se centraría sólo en la captación de clientes, lo que dispararía este gasto en detrimento de otros de mayor calado.

Para corregir esta tendencia está el segundo marco regulatorio, que hace la vida más difícil a los nuevos entrantes, pero a la vez libera recursos para que las grandes sienten las bases de mejoras a medio plazo. De hecho, el autor considera que sólo este tipo de regulación permitirá que las redes de fibra de nueva generación lleguen a ser rentables para el operador que las construye.

¿Más cuota y recursos o menos precio?

Las normas ante todo. El autor del informe ha bautizado el primer modelo regulatorio como de competencia en servicios. También ha valorado su efecto en determinadas variables del mercado. La primera es el llamado churn, que es el porcentaje de clientes que cambia de operador de móvil cada año. Con más facilidades para los nuevos entrantes, el churn subiría dos puntos hasta 2011 y se situaría en el 26%. Por las mismas circunstancias, la cuota de las grandes operadoras celulares caería en este plazo entre seis y diez puntos, mientras que los precios bajarían un 12% anual, con un coste de adquisición por usuario de móvil de 140 euros, frente a 120 euros ahora.Libertad para las grandes. Con el segundo modelo, los parámetros de cuota, precios, churn y gasto por cliente serían muy distintos. La mayor libertad, la tendencia a la convergencia y la fortaleza de los empaquetamientos de productos primaría la creación de grupos integrados, lo que reduciría la competencia agresiva. El churn móvil, en consecuencia, se mantendría estable a 2011, con una bajada del 4% al 5% anual en los precios celulares, una reducción a 100 euros por cliente en el coste de captación y un aumento de la cuota de mercado de las grandes operadoras celulares. ¿Por qué? Pues porque los nuevos entrantes más exitosos serían comprados.En busca de la inversión. Pero hay un parámetro que para el autor tiene una especial importancia y es la inversión de los operadores, sobre todo en las redes de nueva generación. Según las cifras de Raúl Katz, las inversiones realizadas con un marco de competencia más libre sumarían 30.508 millones de euros entre 2006 y 2011, tanto de operadoras de móvil como de fijo. La competencia en servicios, en cambio, acumularía en el mismo tiempo desembolsos de 27.139 millones. La explicación es que los ingresos de las operadoras serían parecidos en todos los casos, pero el esfuerzo comercial mermaría los márgenes de las grandes e impediría liberar recursos.

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